A principios de los noventa los bebés ya hablaban. O al menos lo hacían entre ellos para ofrecer una de las series animadas más populares de la época. Conocida por aquí como Aventuras en Pañales, los Rugrats conquistaron a todo tipo de público (igual que pueda hacer ahora un tal Bob Esponja) con un estilo de dibujo de lo más particular que sería seña de identidad de Nickelodeon como marca. Ahora están de regreso con Rugrats: Adventures in Gameland.
Mis primeros pasos
No es la primera vez que recibimos un videojuego de la serie, pero tras más de dos décadas desde su última incursión, no es de extrañar que se monte cierto revuelo a su alrededor. Además Rugrats: Adventures in Gameland parece pensado para los que pintamos canas o tenemos la azotea como el propio Tommy presentando un plataformas que podría haberse lanzado en la mismísima NES cuando esta todavía existía (aunque siga viviendo en nuestros hogares y/o corazones).
Tommy y compañía presentan un juego con mecánicas propias de antaño y todas las limitaciones e incomodidades que esto supone. Lo que se traduce, en este caso, en un control del personaje relativamente rígido, un par de botones de acción y niveles divididos por pequeñas zonas con transiciones. No es algo negativo pero sí necesario conocer para saber con qué nos vamos a encontrar en la casa de los Pickles además, por supuesto, de un montón de juguetes tirados por el suelo.
El mayor aliciente del título, además de su aspecto 8 bits, es su cooperativo para dos jugadores simultáneos
El objetivo de Rugrats: Adventures in Gameland no es otro que comprar el videojuego de moda deseado por Tommy y Chuckie. El problema es que no tienen dinero para ello y no se les ocurre otra idea que salir a buscar monedas perdidas para poder hacerse con él a costa de la “malvada” prima Angelica. Así las estancias de la casa se transformarán, gracias a su imaginación, en lugares donde los juguetes cobran vida y que nos pondrán las cosas difíciles para conseguir tal hazaña. Un total de seis fases con tres niveles de dificultad propia de los 8 bits.
Antes de comenzar toca elegir personaje entre los amigos ya mentados además de los gemelos Phil o Lil. Unos saltan más que otros así como también ofrecen distinta velocidad, pero en la práctica se controlan de la misma forma. Pueden gatear, saltar, pegar un culatazo y agarrar, bien sean objetos para crear una suerte de escalones o a otro bebé, para alcanzar lugares elevados. Porque sí, Rugrats: Adventures in Gameland ofrece juego cooperativo para dos jugadores simultáneos lo que es sin duda el mayor aliciente del título.
Aventuras en Retrolandia
Al igual que sus mecánicas, el juego de The MIX se presenta, además de con un aspecto calcado al de la serie animada, con la posibilidad de visualizarse cuales juegos de 8bits y sus restricciones en la paleta de colores, tamaño de sprites e incluso parpadeos. Algo que sin duda le otorga un atractivo extra y que va más allá permitiendo hacer lo propio con su parte sonora o aplicando algún filtro de pantalla. El juego está diseñado para jugarse en formato 4:3 por lo que la decisión de mostrar, por defecto, el juego panorámico resulta confusa.
Sí, queda resultón verlo a pantalla completa pero la poca visibilidad hace que queramos jugarlo sí o sí tal y como fue diseñado. Con un botón cambiamos el “zoom” de la cámara, algo muy ágil, pero para el resto de opciones debemos pausar el juego y elegir las opciones que queramos, algo que también podría haberse agilizado de algún modo. En cualquier caso Rugrats: Adventures in Gameland no es un juego que despunte en animaciones ni apartado visual y, hasta cierto punto, puede preferir jugarse en modo 8bits por sus restricciones jugables.
Su simple diseño de niveles y poco inspirados jefes tampoco permiten recomendar el regreso de los Rugrats fuera de los fans de la serie o juegos retro
Algunas incomodidades son más molestas que otras, como estas transiciones entre zonas que hacen reaparecer enemigos y causar muertes innecesarias, saltos que nunca garantizan que acaben de forma satisfactoria o nuestro peor enemigo: trepar por cuerdas. La cajas de impacto no son muy justas y orientarse, en niveles con varias salidas, resulta más complejo de la cuenta. A todas luces es una aventura de su época, algo que puede echar para atrás a los más jóvenes de la casa.
Puede desesperar, como puede hacerlo cualquier juego de NES, por un control que nunca se siente dominado. Morir penaliza con reiniciar el nivel (cada personaje equivale a una vida con su propia vitalidad) y la brevedad de las pantallas, coleccionables demasiado obvios o escasa duración (puede llevarnos menos de una hora) tampoco da para muchas alegrías. Su simple diseño de niveles y poco inspirados enemigos o jefes tampoco permiten recomendar el regreso de los Rugrats fuera de los fans de la serie o de los juegos retro, algo que esperábamos poder hacer para traerlos de vuelta como toca.
Versión del juego analizada: 1.0.0