Forja una línea genealógica, aprovechando los rasgos únicos de cada familiar, y explora mazmorras en Nintendo Switch con Rogue Legacy. Una experiencia que, a pesar de su falta de novedades, sigue igual de fresca y adictiva que hace años.
Los castillos y las mazmorras siempre han sido uno de los escenarios más prolíficos en los videojuegos. Es así como tenemos todo un género para estas aventuras focalizadas en su exploración, el denominado roguelike. La muerte permanente y generación aleatoria de sus escenarios son algunos de sus aspectos más característicos. Elementos a los que este ofrece una vuelta de tuerca que prácticamente le vale para dar origen a un subgénero.
Cinco años tiene ya sus espaldas este título indie desarrollado por los canadienses Cellar Door Games. Otro de esos casos en los que con un presupuesto muy limitado – en su primera hora de vida ya se hizo rentable -, grandes ideas y muy buen hacer han conseguido transformar este en un auténtico clásico. Como tantos otros, ahora no quiere perderse la posibilidad de expandirse aún más a través de Nintendo Switch.
Roguelike desenfadado
Sus propios responsable lo describen como un rogue-lite, una experiencia cercana al género pero no todo un pura sangre. A diferencia de otros grandes exponentes aquí tenemos pequeñas, pero notables, diferencias que además hacen Rogue Legacy muy disfrutable a un amplio público.
Como en otros casos, no esperes encontrar un elaborado argumento, si bien es cierto que es algo más que una excusa y consigue hilar perfectamente su desarrollo. Tras un pequeño tutorial, que sirve de prólogo, y mediante pequeñas notas dejadas por un intrépido príncipe que se aventuró antes que tú en este castillo, esta se va narrando. El objetivo final es cruzar una misteriosa puerta, cerrada hasta que derrotes a cuatro jefes finales.
De esta manera, Rogue Legacy te lleva a un completo linaje de héroes o, mejor dicho, un árbol genealógico que en última fila tiene al verdadero guerrero de leyenda que logra la hazaña. Este es el espíritu de esta propuesta, ofreciendo dicha peculiar excusa a la muerte permanente. Cada vez que mueres el personaje cede paso al siguiente, aunque con una motivadora peculiaridad. Aunque repites desde el inicio, tienes que escoger entre tres posibles descendientes, los cuales sobra decir que difieren entre sí.
Pero no queda aquí la cosa. Como descendiente no solo heredas sus metas frustradas, también recibes su dinero, aunque deberás gastarlo antes de entrar en el castillo. Y este es uno de los pilares fundamentales. Con cada intento puedes mejorar los atributos en el caserón, el cual es un peculiar árbol de habilidades, además de comprar y gestionar el equipamiento, cuyos planos consigues de enemigos y cofres. Todo ello afectando tanto al presente como futuros descendientes.
Los escenarios procedimentales son otras de las diferencias remarcables, pues si bien se generan aleatoriamente, puedes optar por bloquear esta característica a cambio de un porcentaje de los beneficios. Algo altamente útil cuando por ejemplo se te atasca un jefe.
Ensayo, error y mejora
Pasando ya a la acción, estamos ante un metroidvania en el que dispones de un ataque normal y un hechizo, condicionado por la clase y que consume puntos de magia. No obstante, existe la fundamental diferencia de que el mapa está completamente abierto. Las cuatro zonas principales, correspondientes cada una a un jefe final, cuentan con un recorrido lógico en base a la dificultad de sus enemigos, aunque si te ves con suficiente habilidad y quieres mejores recompensas puedes adentrarte en las zonas más complejas.
Tras unas pocas horas de juego te irás familiarizando con esta distribución, si bien incluso desde la historia ya te la indican. Con independencia del trazado que sigas, el morir aquí es visto más como una oportunidad que un aspecto negativo y, al contrario que en la mayoria de apuestas similares, no desencadena frustración. Otro elemento que participa en ello es que una vez derrotado un jefe final este ya aparece completado en los siguientes asaltos al castillo.
Paladín, mago o bárbaro son algunas de las clases, las cuales no solo puedes aumentar sino que cuentan con subclases superiores, como el shinobi de los hokages. Pero esta no es la única característica aleatoria, pues mediante los rasgos encontramos el elemento más cómico. Tu héroe puede tener daltonismo, nostalgia, síndrome de Tourette, gigantismo o colon irritable, una buena lista cuyos efectos son apreciables en todos los aspectos en mayor o menor medida, como el control, tamaño del personaje, colores de pantalla, combate, etc. Es por ello que a veces no se trata de escoger al mejor sino de descartar.
A través del caserón también desbloquearás el herrero para comprar equipamiento, la encantadora de runas que posibilita lo propio con estas piedras vinculadas al equipo que ofrecen mejoras, como robar salud, volar unos segundos o incrementar la dificultad, y el arquitecto que controla la transformación del castillo.
Cuestiones de familia
Es posible comparar en cierta medida nuestro avance en títulos como Dark Souls con Rogue Legacy. Con cada pasada te vas poniendo a prueba y constando tu nivel, al mismo tiempo que entras en un bucle de recolección y mejoras. Una vez te veas lo suficientemente preparado te lanzarás al jefe final y tras ello a la zona siguiente, una hazaña vinculada muchas veces a la clase y rasgos del héroe.
En algunas salas también encontrarás otros elementos que hacen más especial y única la partida. Existe un minijuego con cuchillos, una gramola para cambiar la música o un objeto que puede jugar a tu favor, por ejemplo ofreciendo una resurrección, o en tu contra, soltando el dinero al estilo Sonic cada vez que eres dañado. Junto a ellos, también te toparás con salas con un cofre sellado a la consecución de un reto, como alcanzarlo sin daños o en un tiempo determinado, u otras controladas por un enemigo más fuerte de lo normal que custodia algún tesoro.
Pese a todo ello, hay un elemento que tras una cuantas horas de juego le hace pasar un poco de factura, que es la limitación de sus diseños. Si bien aquí la utilización de escenarios procedimentales se antoja como solución a ello, se echa en falta mayor variedad.
Como no podía ser de otra manera, una vez pasado el juego le llega el turno a la partida plus. Un reinicio de la aventura que incrementa la dificultad pero conservando todos los atributos y equipamiento conseguido. Y es que tras las más de 10 horas que supone esta primera pasada, queda aún mucho para alcanzar los niveles máximos y conseguir las mejores armas y armaduras.
No nos responsabilizamos de adicciones
Más allá del vicio que sabe generar Rogue Legacy, consigue que las numerosas derrotas no lleguen a irritar, ni mucho menos plantearte abandonar el juego. Para ello dispones de una gran cantidad de elementos para hacer crecer a tus personajes, sabiendo recompensar muy bien las horas de juego que inviertas. De tal manera, donde en un principio no podías ni asomarte, a base de recaudar e invertir el dinero llegas a generar héroes que se pasean sin problema alguno.
Si bien la primera pasada puede para muchos justificar por si sola la compra, con una duración y diversión bastante compensada, es muy altamente probable que no queráis terminar aquí. El juego consigue de manera elogiable retarnos a conseguir el sucesor más poderoso.
Tanto si eres un fan del género como si este te atrae pero te asusta que te haga perder los nervios y abandonarlo rápidamente, no lo dudes y lánzate a probarlo. Si ya lo has jugado antes, has de saber que no incorpora elementos nuevos, algo que a poco que se hubiera cuidado le habría hecho ganar no pocos puntos para muchos jugadores, pese a seguir siendo altamente rejugable tras todo este tiempo.
