Ratalaika nos trae Mekabolt, un juego de plataformas con estética píxel. ¿Esconderá algo de interés a pesar de ser el enésimo juego de ese tipo? Lee el análisis y lo descubrirás.
Arreglando el parque de atracciones
En Mekabolt encarnamos a una técnico que debe arreglar el parque de atracciones del mismo nombre. Es un parque en el cual habitan unos robots normalmente pacíficos, pero que han enloquecido porque se han perdido todas las baterías. En cada nivel, tendremos que superar una serie de retos hasta conseguir una batería.
Mekabolt es un juego de tres acciones: Desplazarse, saltar y disparar con el arma (que también se llama Mekabolt). Nuestro arma no es destructiva, sino que produce efectos especiales en los robots, dependiendo de como sea éste. Lo normal es que los detenga en seco hasta que les volvamos a disparar o los pisemos, pero algunos cambian de dirección, otros realizan una acción, etc. Por lo tanto, la aparente simpleza del sistema de juego es solo un espejismo, ya que tenemos un montón de opciones y variantes.
El desplazamiento y los saltos se sienten un poco torpes, con la típica física de peso muerto habitual en estos juegos modestos, que hace que los saltos parezcan artificiales y sea, en principio, difícil calcular bien. Sin embargo, el juego está diseñado para que aprendamos a convivir con ello y progresa de forma muy adecuada, por lo que enseguida nos hacemos a él.
Recorriendo Mekabolt
Los niveles varían su ambientación según el mundo en el que se desarrollan. Para desbloquear un mundo tenemos que conseguir un número concreto de baterías. Dentro de cada mundo, los niveles se organizan en una cuadrícula muy similar a la de los juegos de móvil como Angry Birds y similares, por lo que podemos acceder fácilmente a cualquier nivel.
El problema es que, en realidad, no hay ningún aliciente para rejugarlo. Ni puntos, ni tiempo, ni objetos coleccionables, ni varias formas de resolver un desafío… en Mekabolt todo está medido al milímetro y, una vez consigues la batería, no queda nada por hacer en el nivel.
Quizá sea bueno para el que busque algo muy directo, pero en general es un punto negativo, acrecentado además por su relativamente corta duración. Bueno, de relativa nada, ya que hay vídeos de gente que se ha pasado el juego entero en menos de 30 minutos.
Arte y artesanía
El apartado gráfico es modesto. Bonitos dibujos píxel art, recuerda un poco a una versión descafeinada de Mighty Switch Force. También sucede algo similar con la música, que es cumple su cometido y poco más. El juego nos deja, de hecho, eliminar tanto la música como los efectos de sonido. Pero no lo hagas, aunque la música no sea espectacular, ameniza y acompaña muy bien las partidas.
En definitiva, Mekabolt es un juego casi recomendable. Si fuera un poco más largo o los niveles tuvieran más alicientes (contrarreloj, puntuación, coleccionables, varios caminos, etc.) estaríamos ante una apuesta sorprendente y divertida, digna de ocupar un puesto en nuestra estantería virtual. Sin embargo, no es el caso y se queda a medias. Aunque valiente, a Mekabolt le falta un punto de maduración para poder brillar con luz propia. Eso sí, ahora que estás avisado de sus puntos flojos, si decides darle una oportunidad siendo consciente de ellos, no te arrepentirás.