El término Isekai se ha popularizado sobremanera en los últimos años. Este enmarca una historia en la que los protagonistas visitan de algún modo un mundo que no les corresponde, habitualmente de fantasía. En Lost Ruins nos encontramos manejando a una estudiante sin memoria transportada a un viejo castillo inundado de peligros.
Exigente y bien medido
Con un sistema de combate que podría recordarnos a los clásicos Castlevania, lo cierto es que el juego de Altari Games basa su principal atractivo en un pixel art de lo más llamativo y una jugabilidad centrada en la supervivencia. La exigencia está a la orden del día teniendo que medir bien tanto la velocidad y alcance de nuestros ataques como los de los enemigos.
Es por esto que a medida que conseguimos nuevas armas será fundamental conocer bien sus características y probarlas para ver si se adecuan a lo que necesitamos. Es muy frecuente toparnos con ellas pero no tan fácil equiparlas ni utilizar los diferentes items de recuperación pasando de forma obligada por pausar el juego y navegar por el inventario. Sin duda, una interrupción que pasa factura al desarrollo demasiado pronto y de forma constante y que se solventaría en gran medida con un pequeño inventario in game.
Aunque su sistema de combate manteniendo distancia, rodando para esquivar y aprovechar para atacar en el momento correcto se torna plano y repetitivo, ciertos elementos del escenario ayudan a tener diferentes estrategias. Suelos llenos de aceite inflamable, agua que que puede electrificar que podemos aprovechar en los enfrentamientos y que además si sabemos utilizar bien las magias que vamos adquiriendo, harán nuestra vida más fácil.
No solo tenemos armas blancas, también jugarán un papel importante aquellas a distancia siempre teniendo en cuenta su munición. Por suerte, disponemos de máquinas expendedoras en las que gastar el dinero que consigamos derrotando enemigos o rompiendo atrezo. En ellas, además de consumibles podremos mejorar nuestra equipación con nuevas armaduras o mejores armas.
La exigencia está a la orden del día teniendo que medir bien tanto la velocidad y alcance de nuestros ataques como los de los enemigos
Un castillo por explorar
Entretanto, avanzamos por un castillo con tintes de Metroidvania, en el que si bien es relativamente lineal, nos encontramos con pequeños desvíos con salas secretas e incluso misiones secundarias. Es aquí donde obtenemos algunas de las mejores armas, poderes y armaduras, sobre todo las idóneas para la siguiente zona del juego. Así, algunas salas que de otro modo pueden suponer un desafío, resultarán mucho más asequibles. Y es algo que recomendamos encarecidamente si no queremos que los picos de dificultad que ofrece Lost Ruins acaben con nuestra paciencia.
Son los jefes finales los momentos más memorables pero también los más complicados. Serán varios intentos y el equipo correcto lo necesario para superarlos mientras aprendemos mecánicas de las tres fases que los componen, con sus diferentes patrones, ataques y otras sorpresas.
Todo además, como decíamos, viene acompañado por un apartado gráfico con mucho gusto y estilo. El diseño de personajes, enemigos y sus animaciones son estupendas, estilizadas y particulares. Quizá destacan menos unos fondos demasiados sobrios y sombríos, pero el aderezo de la iluminación en tiempo real, explosiones de partículas, sangre y otros efectos siguen jugando a su favor. Además las conversaciones de los múltiples secundarios con los que nos topamos se acompañan de excelentes ilustraciones que nos acercan más a todos ellos. Echamos de menos una mejor ambientación sonora, pero cabe destacar el uso del estéreo sobre todo en un juego 2d. Además, se ha puesto especial énfasis en la vibración de los Joy-Con ofreciendo unas sensaciones muy satisfactorias.
Es muy exigente, pero también algo desequilibrado en su dificultad
¿Quieres más retos?
Finalizar Lost Ruins nos tomará entre 6 u 8 horas para ser completado si no tenemos muchos problemas. Todo esto sin contar los varios finales que podemos obtener en función de las secundarias que completemos y de los diferentes niveles de dificultad que se ofrecen. Desde el más ligero donde recuperamos vida con el paso del tiempo para los menos hábiles hasta el más exigente en el que sudaremos tinta para alcanzar el siguiente checkpoint y notaremos la escasez de recursos y lo dañinos que resultan los ataques rivales. Un lástima que los pequeños puzles que encontramos no se vean afectados por todo esto quedando como pequeñas anécdotas de su desarrollo.
Por si no fuera suficiente tenemos tiempo para más con un modo secreto en el que controlamos a ciertos personajes que nos encontramos por este duro camino añadiendo algo de variedad a su oferta inicial.