La música The Legend of Zelda siempre ha tenido una importancia capital, formando incluso parte de varios de sus puzles, como en el bosque Kokiri en Ocarina of Time y en varios otros. Ahora, en Cadence of Hyrule, una suerte de spin off y crossover de Crypt of the NecroDancer y la citada saga de leyenda, hace del ritmo su base jugable.
Ni Zelda ni todo lo contrario
Empecemos con una obviedad: Cadence of Hyrule tiene más de Crypt of the NecroDancer que de Zelda. Con tal afirmación, es fácil imaginar que lo disfrutarán más quienes vengan del juego de Brace Yourself Games que los que vengan del de Nintendo, pero puede hacer que muchos neófitos descubran un gran juego precisamente por ambientarse en la fantástica saga en la que se ambienta, como seguro ya pasó con Hyrule Warriors y el resto de juegos musou de Omega Force.
Dicho esto y sin perder el ritmo, vayamos a las mecánicas jugables, que son pocas pero muy bien llevadas.
Cadence of Hyrule, como su, digamos, precuela, se juega haciendo, si somos buenos llevando el ritmo, una acción por cada golpe del compás. Con una música donde oiremos 25 temas clásicos de The Legend of Zelda remezclados, y ojo porque su compositor ha sido Danny Baranowsky, el mismo que firma las bandas sonoras de Super Meat Boy, The Binding of Isaac y el propio Crypt of the NecroDancer, deberemos guiar a Zelda, Link y la propia Cadence por el mundo y mazmorras de Hyrule en el que no faltarán trampas, enemigos y secretos. Estas mazmorras y zonas del overworld se generarán de manera procedimental, pero no todas, ya que habrá lugares emblemáticos que permanecerán siempre iguales. Así, visitaremos Kakariko, con su cementerio, una playa que recuerda mucho a la de Link’s Awakening, o incluso la casa de Link de A Link to the Past; y es que Cadence of Hyrule se ha mirado mucho en lo sonoro pero también en lo visual en la entrega para Super Nintendo, tomando de este grandioso título buena parte de sus partituras y también muchos de sus efectos de sonido, como el que suena al caer por un agujero o al pasar por un portal. Sin duda, una buena manera de sacarnos una sonrisa a quienes nos enganchamos al juego de la 16 bits.
Cuando no haya enemigos, ir al compás no será necesario y podremos investigar de forma más libre, pero cuando los haya seguir el ritmo será importante, el nuestro y el suyo. Aprender cómo menean el esqueleto las fuerzas de Octavio, el malo aquí, quien ha engatusado al rey con su laúd dorado, es esencial si queremos atacar en el momento preciso y no ser alcanzados, pues los corazones escasean y la muerte puede ser permanente.
Por suerte, Cadence of Hyrule es más permisivo que su predecesor en este aspecto y podremos elegir si jugar con permadeath (aunque siempre es posible volver a recoger el botín dejado en nuestro anterior intento) o hacerlo de una forma más asequible para el usuario medio, con piedras Sheikah haciendo de punto de guardado/retorno. Eso sí, de esta segunda manera, morir también significará perderlo todo, solo manteniendo los diamantes, que nos servirán para, previo pago, empezar equipados con algún utensilio.
Aquí vemos una de las mayores similitudes y también diferencias de Cadence con NecroDancer, ya que, pese a que muchos de los objetos vuelven, como el espadón, la pala, la antorcha… otros son exclusivos de este juego y normalmente serán los que estén relacionados con el universo Zelda. Pero ahí no acaba la cosa, porque, dado que ahora manejamos a 3 personajes distintos, Cadence, Link y Zelda, aunque casi al inicio habrá que elegir entre la senda de la princesa y la senda del héroe, dejando al otro personaje relegado a una segunda vuelta y siendo solo Cadence común a ambos, quién puede usar unos objetos u otros influye en cómo juguemos. Así, Link y Cadence sí podrán usar un escudo que incluso repelerá proyectiles enemigos, pero solo Zelda podrá usar el Amor de Nayru, por ejemplo.
Es solo una muestra de cómo ahora, desde la primera vuelta, el inventario influirá y mucho. En Crypt of the NecroDancer esto era similar al acabar el juego y desbloquear otros personajes, ahora toca hacerse a ello desde el principio.
Pero más allá de estas diferencias, la base es la misma, con caminos secretos y mucha repetición de mecánicas. Es un juego totalmente arcade, por lo que se fundamenta en repetir hasta dominar su técnica. Al principio a los nuevos os parecerá tremendamente complicado, pero será cuestión de repetir unas cuantas veces. Y si sois arrítmicos, siempre podéis activar el modo con dicho nombre, pudiendo moveros más libremente.
Bailar con Nintendo le ha sentado bien
Cadence of Hyrule es muy similar en su forma a Crypt of the NecroDancer, con las diferencias que ya hemos comentado, pero hay más, sobre todo en el terreno visual, aunque también parece claro que el cariño y conocimiento que el equipo desarrollador siente por Zelda ha influido en hacer un juego más redondo si cabe que su predecesor.
Aquí hay más caminos alternativos, más secretos, más tesoros y, por lo general, más magia. Todo parece estar mejor cohesionado, menos su historia, que ha perdido frescura al acercarse demasiado a lo que ya estamos acostumbrados a ver en la franquicia de Nintendo (ni rastro del tema corazón del primer título).
Visualmente es, como decimos, parecido a The Legend of Zelda: A Link to the Past, y eso es bueno. Aunque guarde una estética píxel retro, lo cierto es que Cadence of Hyrule está muy cuidado, todo se mueve al son, por supuesto, todo está bien animado, todo suena genial (en chiptune)… Además, hemos ganado enormemente en color con respecto al anterior NecroDancer, y todo tiene más volumen y definición.
Por supuesto, su zeldaiana tematización le ha sentado de maravilla, con enemigos extraídos directamente del juego de Nintendo aunque a veces no del todo reconocibles. Personalmente, agradezco no obstante que no se hayan limitado a copiar el estilo sin más y le hayan dado su propio toque a bokoblins, lizalfos y demás fauna. Los jefes finales, que los hay, como Gohma, sí se asemejan más a sus originales.
En definitiva, un juego que sabrán aprovechar más quienes gusten de seguir el ritmo pero que es apto para cualquiera gracias a sus diferentes modos, por si hay quien prefiere centrarse en su faceta de dungeon y olvidarse de la parte musical.
Su toque Zelda es todo un acierto, puede jugarse entero a dos jugadores usando cada uno un solo Joy-Con y su rejugabilidad está más que garantizada, y eso que tampoco es un juego corto, independientemente de las veces que muramos, que al principio serán muchas.
Quizás, ha faltado que se mirara en más títulos de la saga o distanciarse más de su predecesor en el inventario, pero sin duda estamos ante una mezcla tan extraña como acertada.