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Demon’s Crest

Los 90 son años en los que podemos disfrutar de grandes títulos que aunaban en muy poco espacio grandes juegos de acción con una buena dificultad y con una gran banda sonora por detrás para redondear. La Capcom de esa época nos regaló grandes títulos y ahora nos toca ver si este Demon’s Crest que nos ocupa es uno de ellos, que nos llega a la eShop de New Nintendo 3DS a sumar al gran catálogo de la Super Nintendo.

Universo demoníaco

Demon’s Crest forma parte de la saga Gargoley’s Quest  que a su vez se ubica en el universo del mítico Ghost n’Goblins, todos ellos obra de Capcom. Tomamos el papel de Firebrand, una gárgola que inicia la búsqueda de seis crestas demoníacas que representan la tierra, el aire, el fuego, el agua, cielo y tiempo. Con todo ello, y tras una breve introducción empieza nuestra búsqueda de las crestas mientras nos empezamos a familiarizar con el control.No es una historia de Oscar pero nos vale de introducción para lo que realmente nos importa: empezar con la acción.

Avanzamos lateralmente mientras nos enfrentamos a diferentes enemigos que nos atacan desde todos los lados, los tenemos por tierra, aire, e incluso saliendo del subsuelo, son numerosos y pesados, y es que pronto descubriremos que el juego no es nada fácil por la cantidad de enemigos a los que hacer frente y nos vemos de primeras algo “limitados” a la hora de atacarlos.

Como gárgola también podemos mantenernos en el aire, con lo que así poder sortear mejor los pinchos o acabar más fácilmente con los enemigos aéreos o que los que se encuentran en el techo. En este caso, al flotar en el aire estamos un poco más limitados con la mayoría de las gárgolas, ya que sólo podemos fijarla en un punto en el aire para flotar, sin poder desplazarnos en el aire, lo que se hace bastante tosco porque para cambiar de posición hay que volver al suelo para conseguir posicionarte donde quieras.

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Todo ello hasta conseguir llegar al jefe final de cada nivel, el cual será, normalmente, bastante duro de abatir, debiendo controlar a la perfección la rutina de movimientos y ser muy hábil para esquivarlo ya sea saltando o manteniéndonos en el aire. Tras derrotarlos, conseguimos más puntos de vida o alguna de las famosas crestas, que nos permiten variar la habilidad de nuestra gárgola.

Cambias de gárgola como de chaqueta

Dichas habilidades propias de cada gárgola son la gracia de Demon’s Crest, ya que sin ellas no podemos avanzar bien por que en cuanto vayas a la siguiente fase te darás cuenta que no puedes continuar por tener inaccesible el camino o bien por que directamente te resignarás a no poder acabar con el jefe final por ser extremadamente duro y necesitar una de las crestas para poder acabar con él.

Lo bueno es que podemos ir a cualquier de las fases en el orden que nosotros queramos y en cada fase hay muchos caminos alternativos en el propio desarrollo. De este modo, por ejemplo, una vez adquieres la habilidad de destruir muros, podrás acceder a partes del escenario antes inaccesibles. Lo mismo por ejemplo cuando tienes la capacidad de nadar, con fases acuáticas o la gárgola que puede volar más alto para acceder a las zonas altas de cada fase.

Esta variedad enriquece el desarrollo del juego, ya que descubres un nuevo punto de vista, nuevos secretos, zonas u objetos a los que antes no podías acceder, con lo que repetirás varias veces cada fase pero parece que estás jugando a una pantalla distinta.

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También contamos con tiendas donde comprar pócimas u otros objetos para usar en plena partida e incluso un minijuego para destruir calaveras en un tiempo limitado, lo cual es el complemento perfecto.

Por si fuera poco, Demon’s Crest cuenta con 4 finales distintos en función del número de objetos conseguido en la partida, con lo que se multiplican las horas iniciales de juego, que tampoco son pocas para ser un juego de Super Nintendo, ya que en una primera vuelta y si no te pierdes mucho puedes hacértela en unas 6-7 horas, lo que no está nada mal sabiendo que sacar los 3 finales y todos los objetos te llevará un tiempo adicional.

En la parte técnica, es una delicia, con enemigos bastante grandes al más puro estilo Metroid, y hace uso del famoso Modo 7 en el mapa por el que nos movemos al cambiar de fase. La banda sonora también sigue la sintonía casi sobresaliente del resto del juego, con una música que parece sacada de la mejor película de Dracula que podáis recordar.

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Demon’s Crest cumple con creces

En conclusión, este Demon’s Crest se puede considerar uno de los grandes tapados de la época de Super Nintendo y que está a la altura de otros grandes del género como el propio Castlevania. Es largo, entretenido, difícil, retante, rejugable y con una gran banda sonora, por lo que poco más se puede pedir. Un juego que todo el mundo debería disfrutar.

 

 

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