Puede que la Konami que tantas alegrías nos dió hace ya unos cuantos años no esté tan presente ni en forma como nos gustaría, pero sus pocas señales de vida se enfocan, entre algunas otras, en darle nuevos aires a sus viejas glorias. Super Bomberman R 2 regresa siendo sinónimo de diversión…. O quizás no tanto esta vez…
Toca experimentar
La fórmula clásica de la serie es de sobra conocida por todo el mundo: plantar bombas para eliminar a lo rivales con habilidad y estrategia a partes iguales. Algo que ha permanecido intacto desde hace ya la friolera de, exactamente, cuarenta años y que como bien sabemos nunca suele defraudar. Al menos si se respetan las bases de su diseño, algo que no es del todo así en esta nueva entrega. Ahora se apuesta por un nuevo modo que quiere el ser protagonista de la fiesta.
Bautizado como Castillo, en él, un grupo de jugadores deben conseguir las llaves para abrir unos cofres ubicados en la parte superior del escenario, protegida por otro jugador y cientos de trampas para impedirlo. A priori, su propuesta de tower defense parece no tener fisuras, pero no llega a cuajar del todo por sus caóticas y algo incontrolables partidas. Sobre todo si jugamos en solitario, algo que haremos si queremos jugar su modo historia en forma de eventos o misiones obligatorias, y que no llega a divertir.
Al final nos da la sensación de que lo único bueno de Super Bomberman R 2 es precisamente aquello a lo que ya estamos “cansados” de jugar
Este propone varios planetas a explorar, con la misma vista cenital de siempre, mientras rompemos rocas y algún que otro enemigo no muy listo en busca de los Ellons requeridos (unos peculiares alienígenas) y así pasar al siguiente planeta. Por desgracia todo resulta poco inspirado, con un desarrollo aburrido y sin interés que se acompaña de unas escenas de corte demasiado tontorronas que más que aportar entorpecen el juego (aunque se puedan saltar). Lo único salvable son algunas zonas secretas de puzles más acotados y directos con mucho más sabor.
Este modo para un jugador nos mantendrá ocupados más de media docena de horas, donde gran parte de ellas corresponderán a un editor de niveles que sirven como arena de combate de los Castillos (y que podemos compartir online). Aquí, en un interesante editor, colocamos diferentes tipos de trampas que conseguimos mientras progresamos en la campaña. Como veis, un popurrí de conceptos en los que ninguno de ellos termina de convencer individualmente y mucho menos en conjunto.
Visualmente no es el juego más atrayente del mundo, ni en sus jefes finales.
Mejor a lo clásico
Y aunque pueda sonar algo hipócrita al reclamar siempre nuevas ideas a las jugabilidades clásicas, no nos queda otra que, cuando lo nuevo no funciona, dar las gracias por conservar lo que ya conocemos. Una auténtica lástima teniendo en cuenta que al final nos da la sensación de que lo único bueno de Super Bomberman R 2 es precisamente aquello a lo que ya estamos “cansados” de jugar. Justo algo que saben y por ello mantienen, fuera de lo ya comentado, los mismos modos que vimos en la entrega anterior.
Su clásico modo Batalla, otro donde conseguir más gemas que los rivales y un battle royale donde participan 64 jugadores por ver quién es el último en pie (proveniente del ya enterrado Super Bomberman Online). A sabiendas que acabará siendo lo más jugado por todos, Konami propone diferentes temporadas donde incluir, sobre todo, nuevos skins, músicas o títulos a desbloquear tras horas y horas de juego. Algo que nos ha parecido un poco desmedido ahora mismo.
No es capaz de mantener una tasa de frases ni resolución aceptables y los gigantescos tiempos de carga son el colofón para dejar unas sensaciones muy mejorables
Por otro lado comprensible, sobre todo sabiendo que Castlevania, Goemon y otras muchas sagas de la compañía son las protagonistas de todos estos coleccionables. Todo siempre al jugar online, con crossplay entre plataformas, y que por el momento garantiza encontrar partidas de forma muy rápida. Pero si lo nuestro es jugar en el salón de casa no hay problemas, aunque eso sí, nos olvidamos de sumar monedas para obtener tan jugosas recompensas.
Y aunque esta vertiente tradicional sea la salvadora, lo cierto es que todo su conjunto se ve manchado por un rendimiento francamente lamentable. El juego en su campaña no es capaz de mantener una tasa de frases ni resolución aceptables, y aunque en los reducidos escenarios multijugador todo debería marchar viento en popa, tampoco es así. La pesadez nos acompaña incluso desde los menús y los gigantescos tiempos de carga son el colofón que faltaba para dejar unas sensaciones muy mejorables del conjunto.
Los niveles clásicos siguen siendo los mejores… otra vez.
Versión del juego analizada: 1.2.0