No existen muchos juegos cuyo propósito sea únicamente la comedia, pero Once Upon a Jester es uno de esos juegos. Mediante una propuesta totalmente original, sin pretensiones ni alardes de grandeza, nos sumergimos en el mundo del espectáculo para sacar nuestra bis cómica y hacernos disfrutar con la risa.
¡Que empiece la función!
Once Upon a Jester es una aventura narrativa protagonizada por Jester y Sok, dos bufones que se ganan la vida haciendo reír a los habitantes del reino… y robando. La reina Cristina anuncia un concurso en el que aquellos juglares que consigan 15 ramos de flores en cada uno de los 3 territorios que componen el reino podrán ofrecer un espectáculo en el palacio real con el fin de entretener a toda la nobleza… algo que ellos quieren aprovechar para robar las joyas que ahí se guardan.
La jugabilidad de Once Upon a Jester se divide en dos actos. El primero consiste en recorrer los escenarios con el fin de entablar conversación con los habitantes del reino y recopilar información sobre los intereses, miedos y gustos de los seres que lo habitan.
El segundo componente que conforma la jugabilidad del juego son los espectáculos en donde nuestro propósito será representar una obra de teatro que sea del agrado de nuestro público. Cada obra se divide en 5 actos, en los que deberemos improvisar un guion eligiendo una de las múltiples respuestas que se nos plantean, y su resolución será crucial para que nuestros espectadores nos otorguen un ramo de flores. ¿Y cómo sabremos como agradar al público? Pues utilizando nuestros conocimientos sobre los gustos de los presentes.
Espectáculo a todo color en Once Upon a Jester
Gráfica y artísticamente Once Upon a Jester no es una proeza ni un ejemplo de diseño artístico. Lo que sí tiene es un estilo lleno de personalidad, que es algo todavía más difícil de conseguir. Y aunque no sea lo más bonito del mundo, cumple su función y desprende cierta gracia.
En lo sonoro no hay ningún reproche, pues consigue sostener la batuta con firmeza para marcar el desarrollo de la aventura. Destacamos su doblaje (inglés, pero textos en español) y el ritmo que marca durante todo el juego. En cuanto a la duración no estamos ante un juego lo bastante largo. Nos vamos a quedar con ganas de más, pues el juego podría haber durado el doble de las 4 horas que dura para hacernos disfrutar de esta experiencia única y llena de posibilidades. Por suerte contempla cierta rejugabilidad para poder elegir las diferentes opciones de diálogo.
Sin duda, Once Upon a Jester no es un juego al uso. Es una experiencia interactiva en el que el fin primero y último será sacarnos una carcajada, entretenernos y hacer que olvidemos el resto del mundo mientras dura la función como si fuéramos un espectador más. Es una experiencia única que merece la pena ser probada. Sin duda no os arrepentiréis.