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Análisis de No Straight Roads

¡A rockear revogamers!

¿Alguna vez has pensado en montar tu propio grupo de rock? Pues esta es tu oportunidad porque llega a nuestras Nintendo Switch un juego dispuesto a demostrar por qué la música rock mola tanto. Hablamos de No Straight Road, así que coge tu guitarra y ponte a rockear.

Imagina ser rockero profesional

No Straight Roads (NSR) es un Beat em up en el que retamos a estrellas de la música en combates a golpe, o más bien punteo, de guitarra. Encarnamos a un grupo de Rock, compuesto por Mayday (la guitarrista) y Zuke (el baterista), que se presentan a un concurso de música con la intención de hacerse un hueco en el panorama musical.

Su sorpresa fue mayor al descubrir que fueron eliminados del concurso, a pesar de haberlo petado y mantener al público enloquecido durante su función, por la absoluta certeza por parte del jurado de que la música Rock pasó de moda y ya no interesa a nadie. Comienza así una persecución contra estos líderes musicales que gobiernan la ciudad de Vinyl City, la cual alimentan pobremente con su música.

Lejos de que la historia sirva como mero trasfondo, lo cierto es que No Straight Roads cuenta con un guión elaborado ajeno a este tipo de producciones. Es algo que nos ha sorprendido gratamente, pues aunque no sea una historia llena de giros argumentales, cuenta con escenas cargadas de personalidad y un humor blanco un poco tonto pero que funciona muy bien.

Dos protagonistas, doble acción

Durante toda la aventura, podemos alternar el control de los dos protagonistas de No Straight Roads. Estos presentan movimientos idénticos, salvo porque Zuke tiene ataques más ágiles y los de Mayday producen mayor daño. Entre las habilidades de estos dos personajes encontramos un solo botón de ataque, otro de salto y otro para esquivar.

También contamos con la posibilidad de tocar nuestros instrumentos musicales para activar eventos en la partida, que se reducen en ayudas para los combates y trampolines para acceder a la siguiente etapa del nivel.

Además, a medida que avanzamos en el juego y derrotamos a los jefes, desbloqueamos ataques especiales que podemos activar al rellenar una barra de carga. En principio estos poderes pueden resultar favorables para dotar de variedad y mayor profundidad los combates, pero en la práctica no funcionan como nos gustaría. Ni son tan efectivos como cabría esperar y para colmo nos dejan expuestos a los ataques enemigos mientras se ejecutan, pudiendo dejarnos vendidos en los momentos menos favorables.

De hecho, en la jugabilidad de No Straight Roads encontramos copiosas situaciones poco deseables como la citada anteriormente. Los controles pueden llegar a sentirse imprecisos, favorecido en parte por una cámara extrañamente colocada en ocasiones o simplemente por una demora, también ocasional, en la detección de nuestros movimientos.

Por si fuera poco, no solo contamos con un único botón de ataque, en los tramos que preceden a los jefes de nivel encontramos poca variedad de enemigos.  Son unos tres tipos de enemigos con los que nos topamos, lo que se traduce en una infinidad de situaciones rutinarias en los que la simpleza jugable se hace eco.

Vynil City, la ciudad corrupta de la música

Tendremos que recorrer las calles de Vinyl City para llegar hasta los territorios de las distintas estrellas de la música a las que retaremos. Con la derrota de cada jefe se desbloquea el acceso a una nueva zona de la ciudad que nos conduce hacia un nuevo nivel y su correspondiente jefe. Cada territorio o distrito cuenta con su propia temática, la cual es un reflejo de la estrella musical que la controla. Se perciben buenas intenciones en este componente del juego, ya que es un intento de dotar a No Straight Roads de exploración para evitar caer en cierta monotonía residual.

Recorrer los distritos de Vinyl City puede parecer interesante, pero nunca llega a ser satisfactorio. La estampa luminosa de la ciudad deja paso a caminos lineales que dejan claro un insuficiente ingenio en su diseño. Además, esta ciudad está adornada con multitud de monumentos, objetos y singulares personajes con los que podemos interaccionar (cual rpg) que no aportan absolutamente nada a la aventura.

También, es en estas calles donde ayudamos a recuperar la energía a la ciudad de Vinyl City. ¿Y cómo devolveremos esta energía? Pues recogiéndolas de la misma calle o derrotando a las distintas estrellas musicales. Según como haya sido nuestro desempeño en estos combates (tiempo, daño recibido, daño realizado, mayor combo), recibimos más o menos energía. Con el mismo sistema, nuestro grupo consigue fans, que nos ayudan a mejorar nuestros parámetros, tanto individual de cada integrante como del conjunto del grupo.

Y hablando de los jefes de No Straight Roads, que son, sin que exista alguna posibilidad de duda, lo mejor de todo el juego tanto en diseño, como planteamiento y carisma. Ciertamente existe un desequilibrio entre los desafíos contra estos jefes y los demás componentes del juego. Los enfrentamientos contra las estrellas musicales de NSR son la razón de ser del título. Cada uno de estos combates cuenta con un diseño, mecánicas, estilo y carisma únicos.

Siente el rasgueo de las cuerdas

Pasando al apartado gráfico, No Straight Roads presume de diseño de personajes, lugares bastante originales y de secuencias muy bien planteadas. En lo técnico, en cambio, no hay nada que reluzca. De hecho, la mayoría de las texturas que nos encontramos son planas y el acabado general arcaico. Este resultado entre originalidad y bajísima carga gráfica da como resultado una mezcla extraña que no es fácil de digerir. En modo portátil existe una reducción de la resolución, aunque en líneas generales el juego siempre funciona de manera estable.

Por la otra cara de la moneda, nos encontramos con un apartado sonoro que se roba la atención del espectáculo, con melodías rockeras y otras tantas electrónicas que compiten entre sí por captar nuestra atención. Sin duda, este apartado no podría haberse descuidado dada la temática de No Straight Roads. Y no han decepcionado.

En cuanto a la duración, en algo más de 6 horas habremos alcanzado la cima de la popularidad de Vinyl City y visionado la pantalla de créditos. El título cuenta con un modo cooperativo local para dos jugadores, en donde un segundo jugador se puede incorporar en cualquier momento para afrontar la aventura. La versión de Switch de No Straight Roads cuenta con un modo para tres jugadores en exclusiva. En este modo exclusivo un tercer jugador está presente en los combates de manera testimonial para ayudar a coger objetos de recuperación de vida.

Con un precio de 39,99 euros y una mezcla llena de luces y sombras, No Straight Roads nos ha dejado un regusto amargo. Se trata de un título capaz de hacerlo genial en lo más difícil, pero es en lo convencional, en donde debería residir la esencia, donde muestra sus flaquezas. Para aquellos que se atrevan a darle una oportunidad os recordamos sus virtudes: excelente presentación de personajes, combates contra jefes bien diseñados y un apartado sonoro estupendo. Mucho mejor en compañía.

Resumen
No Straight Roads nos ha dejado un regusto amargo. Se trata de un título capaz de hacerlo genial en lo más difícil, pero es en lo convencional, en donde debería residir la esencia, donde muestra sus flaquezas. Y aún con todo lo malo, no podemos dejar de reconocer sus virtudes para aquellos que se atrevan a darle una oportunidad: excelente presentación de personajes, combates contra jefes bien diseñados y un apartado sonoro estupendo.
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