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Análisis de Milo’s Quest

Milo’s Quest es uno de los últimos juegos que Ratalaika Games (que van camino a ser el publisher con más lanzamientos en Switch) ha traído a la híbrida de Nintendo. Es una aventura que nos recuerda en estética a los primeros Zelda pero con el estilo pixel actual, y con la peculiaridad de que su protagonista es un perrete.

Milo’s Quest to save the world

El objetivo de Milo, nuestro protagonista, es hacer frente a una amenaza ancestral que pretende conquistar el mundo – una pequeña excusa para ofrecernos una aventura llena de zonas laberínticas que observamos desde una perspectiva cenital. En cada pantalla hay desafíos que hemos de superar para poder avanzar en nuestro viaje, pero es un título amigable con los jugadores menos duchos, puesto que el reto nunca es muy grande y las acciones disponibles que tenemos para realizar tampoco son muy amplias.

Tenemos cincuenta puzles (de mover bloques principalmente), varios enemigos pequeños (similares entre sí) y batallas contra jefes que aportan algo de variedad al ritmo de la aventura, que a veces puede hacerse algo repetitiva. En el juego conseguimos una serie de llaves que nos permiten abrir las puertas que encontramos, pequeños objetos que nos hacen ganar algunas habilidades de combate, y también pequeños huesos que actúan como la moneda del título, gracias a los cuales podemos conseguir contenedores de corazón y aumentos de la barra para realizar más dash.

Sencillo, con algo de encanto

El juego nos permite la posibilidad de activar o desactivar algunas de sus características. De hecho, una de las primeras decisiones que tomamos es elegir si queremos que nuestro juego se base en puzles, enemigos o ambos factores. De esta manera se puede adaptar el viaje a la manera de jugar de muchas personas diferentes, e incluso motivar a speedrunners (que pueden activar un contador) a completar la aventura de las tres formas en el menor tiempo posible, o incluso con una sola vida.

La experiencia recuerda mucho a la de un Zelda 2D, pero más simple en desarrollo y presentación. La estética es amigable, con personajes y decorados coloridos, aunque los detalles de clima (que pueden desactivarse) y algunos elementos sorprenden para bien. La música sigue la línea de lo que hay en pantalla, siendo agradable pero sin llegar a destacar demasiado.

Milo’s Quest es, por tanto, un juego simpático a la vista y amigable con todo tipo de jugadores gracias a sus opciones, aunque es una experiencia que puede hacerse repetitiva y algo corta. No osbtante, su precio y ambición están en la línea de sus posibilidades, por lo que puede resultar un título muy apropiado para introducir a jugadores novatos en el mundillo – o bien ofrecer un reto a los velocistas.

Resumen
Algo repetitivo y corto, pero amigable a la vista, con una jugabilidad apropiada y con opciones para diferentes jugadores.
6.5
Justo
Escrito por
Pikmin de nacimiento y strawhard de corazón, colecciono monedas DK por diversión.

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