Lost Orbit: Terminal Velocity es un título que nos invita a explorar el espacio en un título arcade que esconde también una historia llena de emoción. Es un relato que nos narra el androide Attlee, que puede convertirse en lo principal del título o no, según nuestra forma de jugar, aunque merece la pena echarle una escucha (en inglés) o lectura (en español).
Harrison in lost orbit
Todo comienza con Harrison, un mecánico del espacio (como Isaac Clarke de Dead Space) que en mitad de su trabajo ve como su nave es destruida. Esto le deja algo “vendido”, pero decide usar su jetpack para recorrer el espacio y volver a salvo a su hogar.
El juego se desarrolla a lo largo de cinco sistemas de planetas, cada uno de ellos con sus propios niveles en los que hay que llegar de un extremo del mapa (abajo) a otro (arriba). El viaje nos lleva a esquivar asteroides y a dar pequeñas vueltas alrededor de pequeños cuerpos celestes. Nuestro movimiento es libre tanto en vertical como en horizonal, y si vamos hacia un extremo lateral de la pantalla apareceremos por el otro lado.
Existen además unos coleccionables llamados Obtanium, que son como la moneda del juego también, por lo que podemos utilizarlos para conseguir pequeñas mejoras y utensilios para facilitar nuestro viaje. Pero la clave real de este juego está en su impulso, que podemos utilizar para movernos más rápido y llegar sin problemas a donde queramos. Consume combustible, pero podemos recargarlo utilizando los movimientos orbitales.
Un jetpack es todo lo necesario
Cada nivel va acompañado de una narración sobre la situación que Harrison está viviendo, lo que le da un trasfondo a esta experiencia sencilla y arcade. Y como buen arcade, al final de cada nivel nos espera una puntuación y un rango en función de varios aspectos, algo que nos invita a rejugar en caso de que seamos amantes del perfeccionismo o la superación. Sin embargo, algunos apartados de importancia para la puntuación, como el tiempo, no se muestran durante el desarrollo de los niveles – lo que impide que sepamos cómo vamos.
La dificultad no es muy alta si decidimos tomárnoslo con calma, pero si queremos una buena puntuación tardando poco tiempo tenemos que utilizar el impulso todo el rato, por lo que el control se complica y la dificultad aumenta. Todo ello viene acompañado de modos desafío y contrarreloj extras para extender más una duración de campaña que ya es correcta por sí misma (más de cinco horas).
El apartado gráfico y el sonoro están bien, y podemos desactivar el narrador si es algo que nos resulta molesto (si somos más de arcade). No destaca demasiado en estos ámbitos, pero ofrece una buena inmersión y elementos fáciles de distinguir en pantalla. Lo que sí puede resultar algo molesto son algunos tiempos de carga, sobre todo si reiniciamos un nivel.
Little Orbit: Terminal Velocity es un título sencillo en lo jugable que puede llegar a ser adictivo, y que ofrece una experiencia relajante y emotiva para los que busquen algo del estilo – pero también una vertiente arcade y rápida para otro tipo de jugadores (o incluso combinar ambas perspectivas si lo deseamos).