Llega a nuestras Nintendo Switch un juego que nos enseña lo fantástico que es el capitalismo, las bondades que trae al mundo y que es posible prosperar en sociedad. Esto es Going Under, una metáfora de la vida real que describe a la perfección como es la sociedad moderna. ¿Te animas a ser el nuevo becario?
Primer día en la empresa
Going Under es un roguelike en tres dimensiones en el que avanzamos por diferentes mazmorras matando a todo bicho viviente. La historia nos pone en la piel de la nueva becaria (Jackie) de una empresa llamada Frizzle, dedicada a la venta de refrescos. Y como becarios que somos, nos han puesto a hacer todo tipo de tareas que nada tiene que ver con el puesto para el que hemos sido contratados, como matar a los troles que se encuentran en el subsuelo de las oficinas de la empresa.
La historia, lejos de su aparente aunque cómica simpleza, no deja de ser una metáfora muy bien hilada sobre empresas grandes que se comen a empresas pequeñas de toda vida, en parte provocadas por la ambición y las políticas abusivas de parte de sus dirigentes. Porque los trolles a los que hacen referencia nuestros encargados no son más que personas normales, trabajadores de otras empresas que hacen los que hacemos todos para ganarnos la vida.
Por suerte, estamos rodeados de grandes compañeros, cada cual con una personalidad más hilarante que el anterior, que nos hacen troncharnos de risa con las conversaciones que nos brindan. Además de proponernos tareas y retos que si las superamos nos dará refuerzos que nos son de mucha ayuda para nuestras misiones.
Golpea con todo en Going Under
De esta forma, bajando por tuberías llegamos a las mazmorras. Cada una compuesta de tres niveles, las cuales están formadas a su vez de numerosas salas, y cada una de estas salas repletas de enemigos. Nuestro deber es acabar con todos los enemigos de una sala, para poder pasar a la siguiente y así sucesivamente, pudiendo hacerlo con nuestros puños, o, mucho mejor, hacerlo con todo el mobiliario que encontremos a nuestro alrededor.
Cada mazmorra tiene un concepto diferente, y tanto los enemigos, así como los objetos (armas) que encontramos en ellos, están ambientados en relación a la propia mazmorra. De esta forma, en cada nueva mazmorra nos inunda una sensación de novedad y descubrimiento que no hace más que aumentar nuestro nivel de atención constantemente.
Aunque dentro de una misma fase la variedad de enemigos no sea muy elevada, no importa, porque en la siguiente aparecen otros nuevos con nuevos patrones de ataque que debemos aprendernos. Lo mismo pasa con las armas, pero de estas si encontramos una enorme variedad.
Para combatir podemos usar todo tipo de objetos que estén a nuestro alrededor, desde sillas, portátiles, espadas de juguetes, una grapadora, martillos… Contamos tanto con armas de corto como de largo alcance, objetos arrojadizos que hacen mucha pupa. Pero esta no es la única diferencia que encontramos entre ellas. Cada arma tiene una durabilidad y un nivel de potencia. La estrategia perfecta reside en saber conservar las mejores armas hasta el final.
Al final de cada mazmorra, y de sudar bastante para conseguir llegar hasta ahí, nos topamos con el enfrentamiento más duro de todos: los jefes. Al igual que el número de mazmorras disponibles estos no son muy numeroso, ya que contamos con un total de cuatro, y suponen un reto.
Equípate bien
Pero no todo es sufrir en combates. En cada uno de los niveles en los que se componen las mazmorras de Going Under encontramos una cafetería donde descansar. En ellas se nos venderán diferentes objetos desde suministros con los que recuperar algo de vida, potenciadores, o mejores armas de las que disponemos en ese momento, que pagaremos con el dinero obtenido (con mucho sudor así que ojo cómo lo malgastas) derrotando enemigos. Fundamentales para nuestra estrategia en los diferentes recorridos que hacemos en las mazmorras.
Como buen roguelike que es Going Under, al ser derrotamos nos toca volver a comenzar la mazmorra desde el principio perdiéndolo todo. Lo perdemos todo salvo el dinero recaudado, que nos sirve para adquirir nuevos potenciadores para que aparezcan a elegir en medio de las fases. Estos potenciadores marcan la diferencia entre sudar la tinta gorda y ganar con una facilidad pasmosa.
Gráficamente no se puede considerar a Going Under como un portento técnico, pero si un juego con mucha personalidad. Puede que las bases jugables del título sean un tanto clásicas, pero todo lo demás es único, tanto la transición entre mazmorras, como en el apartado artístico que lo maquilla todo con una estética que imita una colorida técnica lowpoly.
En esencia, Going Under es un título muy básico, pero si todo lo que haces, lo haces estupendamente, lo que te queda como resultado es un juego divertidísimo. Incluso para aquellos que no son amantes del género encontrarán su atractivo aquí.
El título no es perfecto, encontrando sus principales inconvenientes en una inteligencia artificial muy reducida en los enemigos genéricos, su escasa cantidad de mazmorras, y especialmente en el abrupto corte en su capacidad de sorprendernos a partir de la mitad del juego, pues todo se reduce en una repetición con una subida súbita en la dificultad.
Pero a pesar de ello, Going Under se nos ha hecho corto, y no en el mal sentido, en las 7 u 8 horas que nos puede llegar a durar. Y es que lo cierto, el juego nos invita a seguir jugando tras cada derrota con un juego directo, ágil, dinámico y lleno de diversión.