Llega a nuestras Nintendo Switch uno de los títulos indies que más interés ha levantado en los últimos meses. Se trata de un juego distribuido por Devolver Digital, los cuales siempre han tenido buen ojo. Hablamos de Cult of the Lamb, que nos propone ponernos crear nuestra propia secta al mismo tiempo que nos empuja a asesinar a los líderes de las sectas rivales. Como premisa bastante chula y original, ¿verdad?
Construye tu rebaño
Cult of the Lamb es un juego que combina el género de los dungeon crawler con el de gestión. El juego comienza con nuestro protagonista, un cordero de ojos saltones e inocentes, a punto de ser sacrificado por una secta a favor de sus dioses. Segundos después, en el más allá, nos encontramos antes un dios encadenado, por su poder amenazante y su herejía, que nos otorga volver a la vida de nuevo a cambio de crear una secta que vele en su nombre y acabar con aquellos dioses que le han hecho prisionero.
De esta forma comenzamos la aventura buscando nuevos seguidores de nuestra secta. Estos se unirán a nosotros al rescatarles de la muerte dentro de las mazmorras o acudirán a nosotros interesados en los rumores que han ido escuchando.
Gestionar una secta no ha sido tan revolucionario como en un principio la premisa pueda habernos llevado a pensar, ni tampoco la propuesta ha introducido conceptos jugables nunca antes vistos. Pero sí es cierto que nos ha dejado varios aspectos interesantes, un sentido del humor macabro y en general la experiencia es bastante divertida.
Difunde tu palabra
Para que nuestra secta prospere y nuestros fieles seguidores difundan la palabra de nuestro pastor, deberemos mantenerlos contentos y gestionar su fe como un parámetro más se tratara junto al de hambre, sueño y enfermedad. En definitiva, debemos cuidarlos y no abusar de su lealtad.
Y es que Cult of the Lamb nos permite ser muy malo con nuestro rebaño. Por ejemplo, podremos darles de comer platos preparados con caca, dejar un cadáver pudrirse en el lugar donde duermen y hacer que la secta enferme, e incluso preparar un ritual para que nos den todo su dinero por ello. Con estos ejemplos podéis haceros una idea del humor que se gasta el título.
En el contrapunto, para hacer que se sientan a gusto perteneciendo a la secta, debemos alimentarlos con buenos platos, mantener la aldea limpia y bonita, dejar que descansen en cómodas camas, etc. Y para ello debemos conseguir recursos con los que construir mejores estructuras, que a su vez nos den aún más recursos y podamos seguir creciendo.
Como líderes de una secta podemos impartir sermones y realizar rituales con los que influir sobre el comportamiento y fe del grupo. Podremos hacer sacrificios de herejes, casarnos con algún integrante del grupo o bailar la danza de la vegetación para que nuestros cultivos prosperen rápidamente.
Destruye a los infieles
Las mazmorras son el otro eje de la jugabilidad de Cult of the Lamb (aunque la prioridad siempre será la gestión de nuestra secta), pues es donde nos adentramos para conseguir nuevos recursos y materias primas; además de ser donde nos esperan los dioses a los que deberemos asesinar.
Estas mazmorras están compuestas de salas que se disponen aleatoriamente y en la que nos esperan un número aleatorio de enemigos, de ahí que el juego tenga un componente rogue. La acción en estos tramos es muy simple, atacar y esquivar. Disponemos de un ataque con arma blanca y otro secundario en forma de proyectil.
Aquí no hay muertes injustas o enemigos con una fuerza desproporcionada que nos obliguen a repetir travesías hasta alcanzar un determinado nivel. Aquí prima la obtención de recursos frente a la superación de obstáculos. Por eso vamos a tener que volver a repetir mazmorras, de forma casi impuesta por el propio juego eso sí, para seguir obteniendo esos materiales tan necesarios para seguir expandiendo nuestra secta.
Como podéis comprobar la parte de mazmorreo es tan simple como parece. Por suerte no llega a hacerse repetitivo ya que esto se ve compensado por una jugabilidad ágil y dinámica; y una considerable variedad de enemigos y jefes finales, cada uno con sus propias cualidades y comandos.
Otro aspecto a destacar son las cartas de tarot, que vienen a ser los potenciadores. De vez en cuando accederemos a una estancia en la que una pitonisa nos ofrece levantar una entre dos cartas en donde, por ejemplo, tendremos la opción de elegir más corazones de vida o aumentar el daño de nuestros ataques. Estas cartas son acumulables pero una vez acabemos la cruzada o muramos se vuelven a reiniciar. A medida que juguemos se irán desbloqueando más tipo de cartas que podremos elegir en futuras cruzadas.
En cuanto al apartado artístico de Cult of the Lamb, este nos ha parecido llamativo y fresco al mismo tiempo que irónico y desternillante. Ver a unas criaturas tan monas en un trasfondo tan espeluznante y sometidas a los designios de un líder con saña y sufriendo mil penurias es algo que nos va a sacar unas cuantas risas.
Esta mezcla tan peculiar es sin duda la seña de identidad del título y se nota que hay gran trabajo detrás para hacer que ambas dualidades, el trato de temas serios junto con el cachondeo constante, funcionar la mar de bien, por no mencionar los escenarios con gran cantidad de detalles y personalidad. La música por su parte se adapta a lo visual, con melodías psicodélicas y de tono un poco marciano.
Superar la aventura principal de Cult of the Lamb nos ha llevado casi unas 15 horas de duración. Aunque el juego no termina una vez vistos los créditos, pues la gestión de nuestra secta continúa, por lo que obtener todos los elementos desbloqueables, coleccionable y, en definitiva, conseguir lo mejor de lo mejor para nuestra secta no puede llevar hasta las 20 horas.
Cult of the Lamb no inventa la rueda pero la hacer girar a gran velocidad. Es un título centrado en la gestión, cargado de humor y con un trasfondo desde luego peculiar. Gracias a su jugabilidad ágil y dinámica, y a la gran cantidad de contenido que aguarda en su interior se convierte en una experiencia que se disfruta de principio a fin durante las 15 horas que llega a durar la campaña principal.
