Probablemente se trate del juego de estrategia más popular e influyente de todos los habidos y por haber. El ajedrez siempre ha cruzado fronteras pero nunca antes en el mundillo como lo hace en Chessarama. Una idea estupenda para quienes ya sepan jugar o los que busquen dar el primer paso en este cuadriculado tablero.
Un puzle diferente
Hemos visto propuestas de todo tipo, desde las más asépticas como Wii Ajedrez a otras como Pure Chess donde las piezas de este juego de tablero se transforman en guerreros de todo tipo para dotarle de una dimensión adicional. Chessarama coge algo de esto último pero en lugar de optar por jugar al ajedrez que conocemos plantea pequeños rompecabezas de movimientos y piezas limitadas. Esto hace verlo más como un título de inteligencia al uso como pueda ser, por ejemplo, Railbound que una variante del propio juego del que parte.
Así es como Cheessarama nos propone cultivar un huerto o marcar un gol en un partido de fútbol, situaciones tan dispares que sirven para aprender los movimientos de cada pieza para dar con la solución. Esto le confiere una versatilidad de puzles muy interesante y su particular lore hace interpretarlo de una forma muy didáctica y natural. Por ejemplo el afil es la pieza elegida para resolver la mayoría de rompecabezas del huerto teniendo que tocar todas las casillas con cultivo sin poder pisar una por la que ya hayamos pasado. La cosa se va complicando nivel a nivel con retos secundarios o limitaciones sobre el propio tablero.
El tamaño de los escenarios cambia según el reto.
Por ejemplo, en los niveles con ambientación futbolera debemos tratar de marcar gol realizado una jugada entre las fichas de las que dispones. Cada una de ellas pasa el balón a la siguiente acorde a su patrón de movimiento y, si de paso lo revolvemos en un número de movimientos concreto, se nos recompensa con experiencia adicional por hacerlo dentro de los límites objetivo. Sumar experiencia se traduce en desbloquear nuevos tipos de niveles ambientados e incluso modos de juego clásicos como un apartida de ajedrez al uso contra rivales de la IA. Lamentablemente no hay posibilidad de enfrentarnos a otros jugadores, ni siquiera en modo local.
Chessarama nos incentiva consiguiendo más contenido y piezas personalizadas para nuestra colección personal. Ambientadas en cada una de las temáticas que propone tenemos desde futbolistas a samuráis, pasando por magos y guerreros. La representación de todo sigue la línea juguetera como si de figuras talladas en madera se tratara, y se juega sobre dioramas que contienen la zona de juego de diferentes dimensiones. Quizá el aspecto visual no termina de convencer y, aunque al final es lo menos importante, su fondo de color plano y la básica geometría de todos los elementos podría ofrecer algo más de cuidado.
Esa buena idea de juego no consigue ser correspondida por el resto de apartados. Incluso el selector de piezas deja de verse al pasar por debajo de ciertas casillas destacadas, algo básico que nos hace jugar con nuestra intuición para saber si el movimiento que buscamos es que el finalmente haremos. Además las música tampoco acompaña, siendo algo pesada para su ritmo de juego con bucles demasiado cortos y marcados que destacan del modo que no deberían hacerlo en un juego tan pausado y metódico.
Cada ambientación ofrece sus propias reglas.
Versión del juego analizada: Nintendo Switch (1.0.2)