Ratalaika Games en su afán de recuperar las experiencias retro que disfrutábamos en nuestra infancia. En esta ocasión nos trae para nuestras Nintendo Switch este Barry the Bunny, un juego que apuesta por el género de las plataformas, rescatando bits y haciéndose recordar como eran los plataformas de antaño.
¿Qué hay de nuevo, viejo?
Barry the Bunny es un juego de plataformas en 2D de avance en scroll horizontal. Controlamos a un lindo conejito que avanza de un punto A a un punto B de un escenario, saltando entre plataformas y esquivando enemigos y peligros. Pero además, nuestro conejo es arquitecto y usa un martillo para construir y destruir puentes; y, por supuesto, lanzar martillazos a los enemigos.
Los escenarios presentan tres tipos de objetos que debemos recoger para facilitar nuestro viaje. Estos son: martillos, los mismos que lanzamos a los enemigos; zanahorias, que representan nuestra vida en el juego, ya que cuando un enemigo nos alcanza perdemos zanahorias, y si las perdemos todas se acaba la partida, por lo que más nos vale recoger el máximo número de ellas posible; y troncos de madera, con los que construir puentes para que ayuden a las personas a llegar a sus hogares y nos recompensen con más zanahorias y martillos.
El apartado gráfico rescata una estética retro de 8 bits que resulta bastante mono, pero también carente de personalidad y bastante simple. Aunque hay que reconocer que los escenarios están bien construidos. En cuanto a la dificultad, lo cierto es que no hay demasiada, Barry the Bunny es un juego bastante ameno, pero sí es cierto que al principio tendremos a sus controles porque las físicas tienen una especie de efecto pluma algo peculiar.
Barry the Bunny es un juego que lo que hace, lo hace bien, pero tampoco hace mucho. Es un juego ligero de plataformas, con un buen diseño de escenarios, pero carente de personalidad propia. Lo peor es que nos dura poco más de una hora para ser completarlo, por lo que la propuesta se queda más que escasa. Al final lo que nos queda es un juego que cumple con lo que ofrece pero su contenido no nos llena ni como aperitivo.
