Mes tras mes, títulos que originalmente vieron la luz en Apple Arcade cruzan hasta las consolas domésticas para buscar a nuevos jugadores. ATONE: Heart to the Elder Tree quiere que su combinación de géneros, mitología nórdica y mezcolanza de estilos visuales encaje como un guante en la híbrida…Por Odín que al menos lo van a intentar.
Un nuevo Midgar
La historia de Estra. Último vestigio de la humanidad capaz de proteger al Yggdrasil, árbol de la vida, de toda amenaza en una tierra donde los dioses y sus protegidos dejaron de habitar. Tras unos traumáticos sucesos, recorreremos con Estra dicho lugar de leyenda. Bajo una apariencia angulosa, de formas rotas y geométricas con vista superior, el reino de antiguos dioses está bajo nuestra disposición para ser explorado. Si bien es cierto que no hay muchos quehaceres, hablaremos con gente, nos topamos con algún que otro tesoro (muy pocos) y resolveremos puzles para así progresar en la historia.
Los iconos amarillos muestran puntos de progreso en la historia.
Una historia a la que se ha querido dar un gran peso en ATONE: Heart to the Elder Tree. Todo el título está inundado de textos y escenas de corte sin excesos, algo de agradecer y que no todos saben equilibrar adecuadamente. El problema viene por su comprensión y forma de narrar los hechos. Muy confusa y sin el impacto deseado. Hay decisiones en alguna conversación sin ningún otro aliciente que obtener una respuesta distinta y al final, ese equilibrio en la narrativa se desvanece por su excesivo alboroto de los hechos generando confusión entre personajes, mitología y ficción.
Y es una lástima porque hay mucha intención por su parte en los momentos importantes. Escenas ilustradas que se permiten incluir alguna pequeña animación para insuflarles vida a los personajes acompañadas además con voces en inglés que dan un empaque más que interesante. Cierto es que su estilo visual podrá enfrentar a más de uno pero es un esfuerzo que hace pasar su peculiar estilismo por alto. También presente en los combates, limitados a sucesos de la historia que, acompañados por imágenes y animaciones similares, se resuelven a golpe de ritmo.
Hay mucho interés, durante su media docena de horas, en intentar que Midgar y Estra sean importantes para nosotros, acercarnos a su historia, pero su ritmo es demasiado lento y confuso
Combates melódicos
Cual tradicional juego musical debemos pulsar los botones en el momento exacto por el que los símbolos pasan por las marcas. Si lo hacemos bien veremos secuencias de golpes hasta derrotar al enemigo. Si por contra fallamos muchas notas veremos como nuestra vida se va reduciendo. Por suerte a medida que avancemos en la trama conseguiremos más corazones por lo que también mejoraremos nuestra resistencia. Sin duda un planteamiento original pero desafortunadamente mal resuelto. No hay una clara relación con el acierto, el error y la penalización. Tampoco tenemos la sensación de seguir una melodía por lo que acabamos inundados de botones a los que pulsar simplemente por lo visual sin sentir que la música es parte de nosotros.
En la dificultad más alta los combates son con cuatro botones por dos en la intermedia.
Música que por cierto sabe destacar durante los combates, obra del artista Luminist, con una gran importancia de sintetizadores, instrumentos distorsionados propios de la cultura y demás virguerías que le otorgan un tono moderno muy acertado. Si se nos complica siempre podemos optar por cambiar la dificultad de cada combate en particular antes de afrontarlos en una losas de piedra ubicadas en el propio nivel. La importancia melódica se queda aquí, porque las partes de exploración se centran en unos puzles demasiado sencillos donde únicamente se nos pide fijarnos en el orden en el que debemos activar diferentes mecanismos, ordenar piezas o similar. Siempre con la referencia muy presente para no darle mucho al coco. Y si no es evidente siempre tenemos una pequeña ayuda en caso de atascarse, algo sinceramente complicado. Para llegar a los rompecabezas antes debemos cruzar escenarios carentes de diversión o mínimamente interesantes más allá de sus visuales.
En ATONE: Heart to the Elder Tree no tenemos un equilibrio de exploración o resolución de enigmas, ni tampoco de combates. Hay mucho interés, durante su media docena de horas, en intentar que Midgar y Estra sean importantes para nosotros, acercarnos a su historia, pero su ritmo es demasiado lento, confuso y necesita mucho más que intención para querer volver a él. Ese particular y llamativo envoltorio conseguido por su estilismo e interés por la música resulta en una experiencia general descafeinada que sabe a poco frente a la gran cantidad de oferta actual.
Todos los puzles tienen pistas para resolverse. Basta con ordenar los elementos.