El estudio Raw Thrills, responsable del llamativo Cruis’n Blast, regresa con una nueva propuesta de conducción arcade: Fast & Furious: Arcade Edition. A primera vista, parece casi una versión alternativa de su anterior trabajo. Mantiene la estética de luces de neón, explosiones de color y ritmo frenético, aunque esta vez apuesta por un enfoque algo más realista en la construcción de sus escenarios recorriendo distintas ciudades del mundo que recrean escenarios de la popular saga cinematográfica, dejando atrás las excentricidades más exageradas.
Un brillo fugaz
Fast & Furious: Arcade Edition es un arcade puro y directo, diseñado para ofrecer diversión inmediata. La conducción es sencilla y tremendamente accesible, aunque el control puede resultar algo resbaladizo, con una dirección tan sensible que cualquier leve movimiento del stick puede girar más de lo esperado. No obstante, esta falta de precisión refuerza su carácter desenfadado: aquí no se trata de dominar la técnica, sino de disfrutar del caos. A lo largo de los circuitos encontramos ítems que activan turbos, así como caminos alternativos y enormes saltos que nos lanzan por los aires en busca del mejor tiempo. Todo está pensado para impresionar, alejándose de cualquier pretensión de realismo. Lo importante es el espectáculo y en eso cumple con creces.
Sin embargo, la experiencia se agota pronto. El número de circuitos es reducido y no existe un modo historia o torneo que les dé continuidad. En su lugar el juego nos insta a jugar en bucle todos los circuitos hasta conseguir la primera posición en cada uno para obtener una versión mejorada del vehículo seleccionado. Una vez desbloqueada la primera mejora, algo que puede suceder en una primera sesión de juego, la progresión se detiene y la fórmula comienza a repetirse en exceso eligiendo otro coche para, de nuevo, llegar el primero en los mismos seis circuitos.

El brilli brilli inunda el juego aunque a veces sea demasiado hortera.
La rejugabilidad se basa en pequeñas misiones internas que se limitan a completar las pistas, una suerte de logros poco aprovechados que apenas aportan motivación real para seguir jugando. Tampoco contamos con opciones de dificultad como sí vimos en Cruis’n Blast (aunque con un sistema de llaves que tampoco era lo ideal) si no que cada circuito incluye una etiqueta que indica su nivel de desafío, pero el jugador no puede ajustar el reto a su gusto, lo que limita la sensación de avance. Es un juego ideal para sesiones cortas, pero con escaso recorrido a medio o largo plazo.
El modo multijugador local permite disputar carreras con un segundo jugador en la misma consola, lo que aporta el toque competitivo clásico de los salones recreativos y que era seña de identidad de su versión arcade. Lamentablemente, se limita a solo dos jugadores y no cuenta con modo online, una ausencia notable que impide que el título alcance su máximo potencial. Con soporte en línea, podría haberse convertido en una propuesta desenfadada mucho más duradera y apetecible en cualquier momento.

Estos son todos los circuitos del juego, lástima que no ofrezca modos adicionales.
Velocidad y espectáculo
En el apartado técnico, Fast & Furious: Arcade Edition sigue la línea de Cruis’n Blast: colores saturados, luces cegadoras y una sensación constante de velocidad. En modo portátil el rendimiento es fluido y la acción se disfruta sin grandes caídas ni tiempos de carga molestos. Sin embargo, al jugar en televisión, la baja calidad de las texturas y los modelados modestos se hacen más evidentes. Los escenarios urbanos son vistosos, pero carecen del detalle necesario para destacar en pantallas grandes.
La etiqueta “Arcade Edition” se queda sin un port a la altura en lo técnico como pueda suceder en otras plataformas, olvidándose de nuevo de una versión para Switch 2 que nos llevara directamente a los salones recreativos. Pese a ello, los efectos de luces, explosiones y saltos mantienen la energía necesaria para sostener el ritmo arcade. Es un juego pensado para impresionar al instante que sin duda entra por lo ojos con una sensación de velocidad más que lograda.

Siempre hay espectáculo, sea con explosiones, terremotos o lo que haga falta.
La cámara se mantiene estable jugueteando con los zooms en ciertos momentos y los circuitos están llenos de atajos y bifurcaciones que invitan a repetir carreras, aunque la sensación de “ya visto” aparece demasiado pronto. El apartado sonoro acompaña correctamente con motores rugiendo, choques contundentes y una banda sonora electrónica que encaja bien con la acción, aunque sin ofrecer temas memorables. Cumple su papel, reforzando la sensación de adrenalina constante sin grandes alardes.
En conjunto, el título mantiene el pulso visual y jugable que caracteriza a Raw Thrills, pero da la impresión de haberse quedado a medio gas. Con más modos de juego y un multijugador en línea, podría haber alcanzado el nivel de adicción que su nombre promete y un heredero de esa saga tan ligada a Nintendo que tras tantos años bien merecía una secuela, al menos, con el mismo cuidado mostrado hace unos año. Fast & Furious: Arcade Edition es una propuesta entretenida, pero breve y limitada.

Los saltos kilométricos son una constante.
Versión del juego analizada: Nintendo Switch (1.9.08) jugado en Nintendo Switch 2