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Análisis de Fading Afternoon

Hemos paseado infinidad de veces por las calles de Tokio de la mano de un Yakuza pero nunca como en la visión de autor que propone Fading Afternoon. Una suerte de walking simulator con momentos de acción donde cada decisión resulta crucial para su desarrollo y que si te atrapa, te fascinará (no asi en caso contrario).

Sin rumbo al atardecer

Lo que a priori puede llevarnos a pensar que estamos ante una versión bidimensional de la popular franquicia de SEGA ambientada en las bandas de crimen organizado japonesas, pronto vemos como la idea de Yeo, su creador, es completamente diferente. Sí, el protagonista es un exconvicto que queda en libertad y debe volver al mundo real, tiene pinta de malote y se pelea con todo aquel que se cruza en su camino. Y sí, también hay negocios turbios a su alrededor y contactos que no parecen trigo limpio, pero aquí acaban los parecidos.

Bueno, también hay clubs de hostess y casinos. Pero la vida de Seiji Maruyama es diferente. Importan las acciones del día a día porque transcurre el tiempo dentro del juego. Un tiempo que podemos dedicarlo a pasear sin rumbo, fumarnos un cigarrillo o apostar nuestros yenes en la ruleta. Cada vez que cambiemos de escenario pasaremos a la siguiente franja del día y puede que caiga la noche sin haber hecho nada productivo pero teniendo que pagar igualmente el coste del hotel donde nos alojamos.

Fading Afternoon está pensado como una experiencia muy personal, donde es tan importante colocarnos la chaqueta al hombro como tomar una copa en el bar

Pero Fading Afternoon no marca ningún objetivo claro, se desarrolla en función de cómo juguemos en cuanto a ritmo y acciones. De hecho Seiji camina muy despacio, excesivamente despacio. Pensado como una experiencia muy personal, donde es tan importante colocarnos la chaqueta al hombro como tomar una copa en el bar. El texto es escueto, en español eso sí, y apenas recibimos pistas claras de donde ir ni qué hacer. Es aquí cuando entran idas y venidas eternas, a paso de tortuga, buscando cual es el siguiente paso.

Y más allá de unos primeros compases más marcados, la libertad de acciones permite acabar el título en poco más de media hora o extendernos tanto como consigamos enlazar acciones que lo permitan. Matar a alguien mientras está sentado en su oficina puede ser el desencadenante de una línea de historia que no pensábamos y en esas posibilidades y rejugabilidad para explorar lo que ofrece reside el gran atractivo de esta pixelada aventura de yakuzas.

Fading Afternoon

Hay un montón de modelos de coches a comprar y de múltiples colores.

Una vida sin prisas

Entendiendo Fading Afternoon como una idea donde no se valora en exceso el tiempo nos hacemos una idea del tipo de juego que tenemos entre manos. Pero entre medias lo intenta aliñar con unos combates interesantes, por animaciones y mecánicas, pero que pronto vemos sin evolución. El sistema de contras es interesante, pero el sistema de usar las mismas coberturas para buscar el momento de contrarrestar no le hace ningún bien.

Quizás lo más complejo lo encontramos en un sistema de control repleto de acciones contextuales relegadas a puntos y momentos casi pixel perfect que puede frustrar. Muchas veces ni siquiera sabemos cómo podemos hacer algo si no fuera por la leyenda de controles de la parte superior (que tenemos que mostrar manualmente y no está siempre disponible). Está muy bien subirnos a una bici pero no saber como bajar de ella es algo a lo que no le encontramos sentido. Y ni tras unos cuantos intentos sabremos muy bien cómo lo hicimos la vez anterior.

Puedes amarlo u odiarlo a partes iguales, pero queda claro que estamos ante un título particular que si conectas con él querrás conocer todos los posibles desenlaces de la historia

Todo esto lo convierte en un producto muy poco intuitivo que no todo el mundo podrá degustar y que, a pesar de su atrayente apartado visual, dejará de lado a las primeras de cambio. Pero todo es tan bonito que pasearemos sin sentido por las calles aunque no queramos. El pixel art tan basto y característico funciona estupendamente, con el parallax de los fondos, sus interiores ultra panorámicos y el ambiente melancólico general (destacando esas sonoras tardes lluviosas).

Puedes amarlo u odiarlo a partes iguales, pero queda claro que estamos ante un título particular que si conectas con él querrás conocer todos los posibles desenlaces de la historia. Llegará un punto en el que dejemos de lado el metro para comprar un coche y abrir los posibles lugares a visitar. Es un momento que no sería nada importante en otro juego pero aquí ofrece una sensación de logro (sobre todo si hemos sido unos malgastadores previamente) que ejemplifica muy bien qué ofrece la historia de Seiji.

Fading Afternoon

Los interiores usan franjas negras para diferenciarse de los exteriores.

Versión del juego analizada 1.1.0

Resumen
Fading Afternoon nos atrae de forma inevitable por su representación de Tokio pixelada y ese aroma gamberro de la historia. Pero como todo imán, tiene un polo opuesto con un desarrollo lento, poco intuitivo y con un control poco amigo del jugador. Lo negativo pesa quizá en exceso relegando esta experiencia de autor a los que gusten de la calma, la paciencia y se alejen de cualquier tipo de prisa a los mandos.
Bueno
  • Pixel art estupendo.
  • Múltiples finales y posibilidades narrativas.
Mal
  • Esquema de control complicado.
  • Lento y poco intuitivo.
  • El combate (y su música) estorba demasiado pronto.
7
Bueno
Escrito por
Jugador de corazón, amante del arte y enamorado del metal.

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