Pequeñas propuestas vienen a traernos grandes ideas y, a su vez, grandes juegos. Llega a nuestras Nintendo Switch un juego en el que la gravedad cobra protagonismo sobre cualquier otra cosa, dejándonos puzles tan complejos como lo son su propio diseño de escenarios. Sin duda una locura sacada de una mente perfeccionista, pues nunca pensamos que la gravedad se podría utilizar como se hace en Etherborn.
Buscándonos entre plataformas
Etherborn es un juego de puzles y plataformas en donde para avanzar tenemos que hacernos amigos de la gravedad. El juego nos pone en las carnes de un cuerpo consciente de su existencia pero sin voz, que sigue las palabras de una voz sin cuerpo, en una búsqueda metafórica de nuestra propia existencia.
La idea base de Etherborn es la exploración de escenarios, de pequeño-mediano tamaño, en los que suceden cambios de gravedad al pasar de un plano o pared a otro. El objetivo principal de Etherborn es alcanzar unas bolas de luz que nos abran el camino hacia el siguiente escenario. Estas bolas se encuentran repartidas por todo el escenario en diferentes posiciones y planos.
Todo recto, boca abajo
Los escenarios vienen a ser plataformas suspendidas en el espacio por los que podemos movernos en todos los ejes de dirección. Viene a ser algo así como los planetas del mítico Super Mario Galaxy, pero dividido en 6 planos como si fueran las caras de un dado.
Cada plano tiene su propia gravedad, es decir, que caminar cabeza abajo es algo normal es este mundo. Para pasar de una gravedad a otra tenemos que cambiar de plano siguiendo una rampa o curva, ya que si saltamos directamente de una pared a otra no entramos en el campo gravitatorio de la otra pared y caemos al vacío del mismo eje en el que nos encontramos, accediendo así a una pared a la que no teníamos acceso de otra manera.
Locura efímera
El mayor punto negativo de Etherborn y el único que hace reeplantearse su compra es su duración. Se trata de un juego que nos da 2 horas de juego, suponiendo un coito interruptus a esa maestría en el diseño de escenarios que nos estaba dejando con la boca abierta. Una vez terminado la primera partida se desbloquea el modo Nueva Partida +, en donde las esferas se colocan en distintas posiciones respecto a la partida originad y de acceso más complicado.
En el apartado artístico, Etherborn apuesta por un acabado simplista, donde se apuesta por una estética low poli, en donde se intenta emplear un límite bajo de polígonos para la representación de las formas, sumado a una selección de colores vivos y tonos pastel. Gráficamene el juego cumple con su cometido.
El aparatado sonoro, en cambio, si no es sobresaliente está cerca de estarlo. Con melodías de compleja composición, que llegan al alma y que sorprenden por la variedad de composiciones dada la duración del título. La guinda la pone un doblaje al castellano.
Un diseño de escenarios exquisito avalan la propuesta que ofrece Etherborn. Jugar con la gravedad no es nada nuevo, pero aquí se usa de manera ingeniosa a la par que elogiable, elevando así la propuesta y haciéndola sobresalir sobre otros juegos de puzles. Todo acompañado de una gran banda sonora. Desgraciadamente las bondades se desvanecen al ser tan efímeras como su duración, dejándonos con la siguiente pregunta: ¿esto es todo lo que nos podía ofrecer la idea o podía haber dado mucho más de si?
