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Yooka-Laylee

Yooka-Laylee

Normalmente evito leer críticas de un juego que voy a analizar, pero con Yooka-Laylee estando a la venta desde abril del año pasado, es difícil ignorarlas. Como muchos de vosotros, decidí esperarme a jugarlo en una consola de Nintendo, aún habiéndose cancelado su versión de Wii U y por lo cual, tener que esperar más por él. Por esto mismo, ya he leído mucho acerca del título y es complicado substraerse de todos esos análisis para realizar el de Nintendo Switch, donde los plataformas se sienten como en casa.

En cierto modo, Yooka-Laylee promete con lo que cumplió en su día en su campaña de Kickstarter: ser un sucesor espiritual de Banjo-Kazooie. Sin embargo, y a pesar de estar en su mejor forma, se siente viejo. Mientras que otros indies consiguen mantener la esencia de lo retro sin estancarse en el pasado, Yooka-Laylee se apoya demasiado en un diseño arcaico que no sorprende. A pesar de ello, puede llegar a divertir y conserva más o menos el encanto y atmósfera de los mejores juegos de la antigua Rare.

A robar libros, que no hay pasta para comer

Yooka y Laylee, camaleón y murciélago respectivamente, son los protagonistas de este plataformas en tres dimensiones. En línea con sus predecesores, la trama es una mera herramienta que nos coloca en medio de la acción, aunque esta vez no de forma tan efectiva. En Yooka-Laylee, nuestro objetivo es recuperar las páginas de un libro realmente valioso que nos ha robado el empresario Capital B. Aunque más tarde se revela su importancia, la historia carece de un buen gancho, al contrario que Banjo-Kazooie (rescatar a tu hermana pequeña, más personal) o Conker’s Bad Fur Day (el flashforward del principio crea curiosidad y empuja a seguir adelante).

Lo que sí es todo un acierto es el tono del juego. Fiel a su estilo, Playtonic Games ha populado el título de personajes extraños e imaginativos, con líneas de diálogos cargadas de humor y referencias que rompen la cuarta pared. Desde los secundarios de mayor importancia (destaca Trowzer, una serpiente emprendedora y oportunista con un diseño excelente), hasta los npcs más puntuales, todos aportan vida a sus respectivos mundos. Los únicos personajes que carecen de la misma fuerza son los antagonistas, algo sosos comparados con los demás.

Los propios Yooka y Laylee también irradian personalidad. Yooka es tranquilo y amable, la parte sensible y razonable del dúo, mientras que Laylee es impaciente y enérgica, siempre dispuesta a soltar un comentario sarcástico. Los diseños de ambos personajes potencian sus características, al igual que sus movimientos, un reflejo físisco de su interior. Contar con unos protagonistas con una dinámica tan divertida, sobre todo cuando interactúan con otros npcs, ayuda mucho a lidiar con algunos de los aspectos menos pulidos del juego.

Yooka-Laylee

Hazte con todos

Yooka-Laylee cuenta con cinco mundos diferentes y uno principal que los conecta. Para acceder a ellos necesitaremos pagies, el equivalente a los jiggies del Banjo-Kazooie. Estos se encuentran repartidos por los diferentes escenarios y se pueden obtener de diversas maneras: resolviendo puzzles, completando desafíos, superando obstáculos, derrotando enemigos, etc. Aunque parezcan pocos niveles, los pagies nos permitirán expandirlos en varias ocasiones, añadiendo nuevas zonas.

Su naturaleza de “collectathon” no se queda ahí, ya que los mundos se encuentran plagados de coleccionables de todo tipo. El principal son las plumas, que se pueden intercambiar por nuevos movimientos, pero también hay extendedores de vida, monedas especiales, fantasmas o moléculas para una doctora particular. También hay un NPC que imprimirá nuevas propiedades a los protagonistas si se cumplen ciertos requisitos.

La progresión de Yooka-Laylee gira en torno a sus colecionables, empujándonos a explorar los mundos hasta obtenerlos todos. Cada uno de ellos es totalmente diferente de los demás, con toda clase de personajes y ambientes, aunque quizás hubiese sido más interesante optar por más mundos y menos expansiones para añadir aún más variedad.

Yooka-Laylee

Regresa al futuro, por favor

Si jugásteis a Banjo-Kazooie en su día, os animo a probarlo de nuevo. Probablemente os daréis cuenta de que ha envejecido algo mal (aunque no tanto como Donkey Kong 64). Más que por los gráficos en sí, se debe a su filosofía de diseño, y tanto a los controles como a la cámara. Este es precisamente el problema de Yooka-Laylee.

Por una parte, los controles del dúo protagonista no son tan ligeros y receptivos como deberían. A veces parece como si controlases un tanque, algo que choca con la naturaleza plataformera del juego. Los movimientos tanto de Yooka como de Laylee se dedican a replicar los de otros juegos del estilo, especialmente sus predecesores espirituales, sin aportar nuevas ideas y mecánicas. Esto influencia directamente en los desafíos y puzzles, que sufren del mismo problema (en general).

Por otra parte, la cámara no ayuda. Aunque se controla mejor que cuando salió a la venta, todavía sigue siendo una experiencia algo frustrante. Ajustar la cámara es tedioso y no siempre puedes colocarla en el ángulo que quieres. Hay que acostumbrarse a ella y no es tarea fácil. Sumado a las escasas opciones de combate, todo lo anterior lleva a un estancamiento jugable que, dependiendo de lo mucho que os sigan gustando los “collectathons” de los noventa, os costará superar.

Yooka-Laylee

Rextro Stadium

A lo largo de la aventura nos iremos encontrando con Rextro, un dinosaurio pixelado que nos presentará una serie de minijuegos en forma de recreativas. Hasta cuatro jugadores pueden jugar a estos minitítulos. Algunos de ellos son algo sosos, mientras que otros pueden llegar a ser extremadamente divertidos. La campaña principal también se puede jugar en cooperativo, inclinándose aún más a la faceta multijugador.

Respecto a la música de Yooka-Laylee, vuelven compositores míticos como Grant Kirkhope y David Wise, responsables de bandas sonoras tan icónicas como las de los mencionados Banjo-Kazooie y Conker’s Bad Fur Day, pero también de Donkey Kong Country o Golden Eye. A pesar de su gran talento y de su innegable influencia, no creo que las canciones de Yooka-Laylee en general rivalicen con las de sus anteriores trabajos. No me he encontrado ni con los temas atmosféricos de David Wise, ni con la melodía dinámica de Grant Kirtkope. Aun así, sigue siendo agradable y pega con el tono del juego.

Los jefes finales tampoco son nada del otro mundo. Aunque los propios de cada mundo son interesantes, hay uno en concreto que se repite a lo largo del juego y que resulta tedioso: los cuestionarios del Dr. Quack. Cada vez que nos enfrentamos a él, tenemos que responder una serie de preguntas para ir avanzando. Si no fallamos tres de diez, ganamos, pero de no ser así, nos toca empezar de nuevo, con diferentes preguntas. Cada vez que tuve que repetir este enfrentamiento, una parte de mi moría por dentro.

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El declive de Kickstarter

A pesar de no ser un mal juego, Yooka-Laylee es uno de los múltiples títulos, aunque en mucha menor medida, que ha contribuido al desinterés y desconfianza del público general hacia Kickstarter. Quizás el interés por revivir títulos y géneros del siglo pasado esté decayendo, o simplemente sea que los jugadores se han cansado de decepcionarse. Esto se debe a títulos que no consiguen todo su potencial, como es este caso, sobre todo en un mundo post-Super Mario Odyssey.

Mi conclusión es que Yooka-Laylee es un plataformas del montón, que goza de personalidad y del legado de sus creadores, pero que cae presa de filosofías desfasadas y fallos en su ejecución. La cámara, los controles y la falta de nuevas ideas, estos son los errores que condenan a Yooka-Laylee. Aún así, a los amantes de la antigua Rare puede que les guste, si no se han dado cuenta de que sus juegos no han envenjecido tan bien como parecen.

Escrito por
Aspirante a periodista de videojuegos y youtuber, Doble Grado en Periodismo y Comunicación Audiovisual Bilingüe, Link y Mario me enseñaron que había muchos mundos más allá del nuestro.

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