Decidme que no soy el único que se sabe las calles por los bares que hay en ellas y los años por las consolas que se lanzaron. Aclarado este punto, tengo todavía vívido en mi memoria el recuerdo de cuando puse las manos por primera vez en Nintendo Switch, la cual vino acompañada de The Legend of Zelda: Breath of the Wild.
Me maravilló en 2017 y todavía lo hace en pleno 2025, y de hecho a finales de 2024 lo estaba rejugando en la máquina original (no, Wii U no, aunque lleváis razón) y las sensaciones a los mandos eran exactamente las mismas que hace 8 años: esto es una obra maestra.
Un sonoro pero justificado 10 se llevó en su momento, y aunque Tears of the Kingdom puede que le haya sobrepasado en casi todo, cosa que parecía imposible, Breath of the Wild sigue teniendo algo mágico.
Cuando ir de un sitio a otro es de por sí placentero
Siempre he pensado que es el hecho de obligarnos a recorrer a pie o a caballo todo Hyrule, mapa el cual es en sí mismo un enorme rompecabezas que hay que saber resolver para poder ir ahora a esta cima, ahora a este oasis en mitad de un abrasador desierto, agudizando así nuestro ingenio, lo que hace que tengamos esa sensación de recompensa, aventura total y superación.
Un regusto que no se ha perdido en esta versión para Nintendo Switch 2 sino que, muy al contrario, se ha visto reforzado por cuestiones que son puramente técnicas, aunque no todas.
El músculo de Nintendo Switch 2
Vayamos primero no obstante con las que sí tienen que ver con el mayor poder de Nintendo Switch 2 frente a su predecesora, lo que nos permite disfrutar de Breath of the Wild a una resolución de 1440p reescalados a 2160p en moto TV, o lo que es lo mismo, 4K.
Un aumento de resolución que se nota nada más arrancar el juego pero que no es nada comparado con el aumento de la tasa de frames, con unos sólidos 60 fps por bandera. Además y como guinda, el juego es compatible con HDR y algunas texturas y efectos se han mejorado para la ocasión.
¿Significa esto que el original de Wii U y Switch es ahora injugable? Nada más lejos, pero sí que después de probar la suavidad de esta versión, sin tirones en el Bosque Perdido, volver a la versión anterior se antoja difícil, aunque estamos seguros de que tampoco tardaríamos demasiado en acostumbrarnos.
Acceder a esta Nintendo Switch 2 Edition así como a la de Tears of the Kingdom es algo que podemos hacer de varias maneras, a saber:
- Comprando la edición específica de Nintendo Switch 2, que ya os avisamos viene sin el DLC, y este añadía una buena cantidad de contenido extra.
- Comprando únicamente el paquete de mejora si ya tenemos el original en digital o físico.
- Siendo miembros de Nintendo Switch Online + Paquete de expansión, pues se incluye junto a, por ejemplo, los juegos de GameCube o varias otras mejoras.
Sabed además que si jugáis a vuestra copia de Switch 1 en Nintendo Switch 2, esta también mejorará, como en los tiempos de carga, ligeramente en su resolución o manteniendo la tasa de fps estable.
Nuestro gran aliado: una app para el móvil
Sigamos ahora con la que ha sido una de las mayores sorpresas para un servidor, una aplicación, Zelda Notes, incluida en Nintendo Switch App, que tiene varias funciones que nos harán nuestra aventura más amena, especialmente si queremos completarlo todo y no dejar sin recorrer ni un solo metro cuadrado de Hyrule.
Ya os hablamos de ella largo y tendido en su correspondiente artículo, pero sabed que las notas de voz que nos narrará la princesa Zelda al pasar por determinados puntos son todas dignas de vuestra atención, contando cómo vivían las gentes del reino hace 100 años, y que Mi rumbo, un GPS guiado también por voz, será esencial para no dar vueltas como cuco sin cabeza en busca de ese esquivo kolog o de esa entrada a una cueva que por más que miramos no sabemos dónde está.
Además cuenta con otras funcionalidades que os entretendrán y que miraréis cada cierto tiempo, aunque hay varias que son para mostrar nuestras estadísticas o las del resto del mundo; que dan medallas/logros, eso sí.
Sigue siendo una obra atemporal
En cuanto al juego en sí, The Legend of Zelda: Breath of the Wild sigue siendo una aventura mayúscula en la que, además de unas físicas como en pocos juegos o casi ninguno, también entran factores en liza como la temperatura, el sonido y un largo etcétera.
Todo bajo una capa de libertad absoluta en la que solo nosotros nos marcamos hacia dónde queremos dirigirnos a continuación. Y es que prisa, lo que se dice prisa, tampoco tenemos después de llevar Zelda un siglo encerrada y nosotros en letargo.
Quizás eso sea también lo peor de un juego sobresaliente en todos sus demás apartados: una narrativa basada en recuerdos fragmentados que no fue del agrado de todos entonces y que entendemos que así fuera. Pero su música, control, jugabilidad, estética (ahora potenciada con estas mejoras para Switch 2) y un largo etcétera hacen de Breath of the Wild, todavía hoy, un imprescindible.