El kit 02 de Nintendo Labo trae un solitario Toy-Con, pero tanto su tiempo de montaje como la complicación del mismo o que su minijuego sea el mas amplio de cuantos encontraréis justifican esta independencia.
El tiempo es cartón
Montar el kit robot, según la estimación del propio programa, nos llevará entre 180 y 240 minutos, algo que podemos corroborar ya que eso es aproximadamente lo que nos llevó a nosotros, unas 3 horas (y con pausa para merendar).
Contamos en el interior de la caja con 19 planchas de cartón (1 es de decoración postmontaje), 4 láminas de cartulina (para los muelles de los contrapesos) y diversas cuerdas, pegatinas y cintas.
Como ya pasara con el kit variado, todo, mágica y sorprendentemente, encaja, solo que aquí es todavía más maravilloso ver cómo su sistema de cajas y poleas va cobrando forma, dando lugar a una mochila tan grande como resistente al final del proceso.
El kit robot de Nintendo Labo empieza fácil, con el visor, donde, aún así, comprobaremos que hay más elementos a tener en cuenta que en el kit 01, léanse correas y partes móviles. No hay que olvidar que el cartón, por muy de buena calidad que sea, que lo es, se dobla, por lo que interactuar con un elemento mucho más duro como las correas hará que ceda si aplicamos excesiva fuerza al ajustarlas.
Después toca ponerse manos a la obra con la mochila, auténtico motor del robot y una nueva excusa para mostrar hasta dónde es capaz de llegar la tecnología incluida en los Joy-Con con la cámara infrarroja del derecho como protagonista.
Todo el tiempo invertido en montar los raíles, muelles, contrapesos, poleas, agarres y la propia carcasa no servirían de nada sin las grandes estrellas: las pegatinas reflectantes. Básicamente, todo el movimiento del autómata al que daremos vida en pantalla nosotros mismos se basa en reconocer si estas suben, bajan, o permanecen quietas, así podremos ejecutar, y siempre de manera sencilla (aunque alguno habrá que memorizarlo) todas las acciones con las que disfrutar del software incluido.
¡He creado vida!
No todo es montar en Nintendo Labo; como buen juguete, también nos divertiremos jugando con él.
Una de las cosas sobre las que más se habló cuando se presentó este kit fue que la idea había sido tomada prestada de una demo de un juego presentado durante el E3 de 2014 por Shigeru Miyamoto llamado Project Giant Robot y que nunca fue a más, no como otra que le acompañó, Project Guard, que acabo convertida en Star Fox Guard para Wii U.
Y aún diremos más, puede que hasta el hecho de usar cartón venga de ahí, que se lo pregunten al pobre de Bill Trinen.
Bromas aparte, el parecido, como se suele decir, es asombroso.
Cambiad el Wii U GamePad por el JoyCon izquierdo del visor y tenéis cómo moveros en vuestro eje y los botones por vuestras piernas y brazos. Voilà.
Pero veamos detenidamente qué modos ofrece este kit robot y dónde podremos sacarle el máximo provecho a nuestra creación.
Empezaremos por el Garaje, un lugar donde, cual Frankenstein de celulosa, cambiar cada parte de nuestro robot, al menos de color.
Girando unos tornillos que hemos creado previamente elegiremos entre cambiar el color, brillo y saturación a cabeza, torso, hombros, brazos, puños, cintura, cadera, muslos, piernas y pies. Como veis, las combinaciones pueden ser de lo más diversas.
De ahí saltamos al Estudio robot, un curioso modo donde los más peques de la casa sabrán sacarle más provecho que ninguno. Aquí de lo que se trata es de elegir qué sonido reproducirá cada parte al activarse (visor, puño izquierdo, puño derecho y pies). Hecho esto, podremos meter la consola dentro de la propia mochila e imitar a Godzilla por toda la casa, o a un ninja, entre muchos otros.
El Duelo es un modo donde pelear contra otro oponente, claro que para ello él también necesitará su propio Kit y amontado. Así os enfrentaréis a combates 1 contra 1 donde vuestro objetivo será echar al otro del escenario.
Robot es, digamos, el modo libre. Aquí no habrá más objetivo que acabar con edificios y ovnis usando todas las técnicas aprendidas en el modo Desafío. Lo único que haremos será superar nuestro propio récord (o intentarlo) y quemar kilocalorías, porque sí, Nintendo Labo lleva un registro de las quemadas al día, al mes y en total.
En Desafío, como ya hemos dicho, aprenderemos, mejoraremos y dominaremos todo un elenco de técnicas, como el puño cargado, la patada voladora descendente, el modo avión, el salto rápido y el rayo especial. Será a lo largo de 3 pruebas de creciente dificultad por técnica que, y sentimos tener que decirlo, se nos harán muy cortas. Además, habrá veces donde ni hagamos bien el movimiento indicado, ya que para superar la fase bastará con eliminar a los enemigos independientemente de cómo lo hagamos.
Estos 5 modos más los tutoriales es prácticamente todo a lo que podremos acceder desde el cartucho, pero nunca se puede dejar pasar por alto el taller Toy-Con.
Ya hablamos de él cuando tratamos en profundidad el kit variado, pero no nos importa hacerlo otra vez.
Como muchos sabréis, aquí se trata de crear distintos usos para Nintendo Labo mediante inputs y outputs; es decir, sencillas órdenes de entrada y salida, verbigracia: pasar el dedo frente a la cámara infrarroja del Joy-Con derecho hara que se muestre un mensaje en la pantalla.
La pega viene en que aquí tendremos muchos menos Toy-Con a los que darles nuevos usos, pero siempre vendrá bien para los manitas del lugar, ya que también podéis utilizar lo que tengáis a mano por casa.
Más LABOrioso que gratificante
Es difícil catalogar de bueno o malo al kit robot de Nintendo Labo. Tiene cosas magníficas como el simple hecho de montarlo o comprender cómo funcionan todas sus partes, en serio, brujería, pero también es verdad que, pasada esa emoción, queda poco más que una enorme e incómoda de poner mochila y unos minijuegos que a todas luces se quedan cortos.
La ciudad del modo Robot tendría que haber sido varias veces más grande y contar con enemigos más allá de los mismos platillos volantes de colores una y otra vez; los desafíos tendrían que haberse doblado en número como mínimo, o por lo menos haber sido más exigentes en su consecución, y tampoco le habría venido mal más opciones a la hora de personalizar nuestro robot, porque alterarle únicamente el color se antoja escaso. Con las opciones que tenía el editor de estadios de la moto del otro kit se podrían haber hecho aquí maravillas (o maravillosas aberraciones).
Para mayores, está bien para pasar el rato. Te va a encantar todo lo referente al montaje, algo menos los juegos, sobre todo si te acabas los desafíos pronto, y mucho menos el tener que estar poniéndotelo y quitándotelo.
Para padres debería ser la segunda opción tras el kit variado a menos que vuestro hijo sea un entusiasta de los autómatas gigantes, o, por qué no, de los monstruos tamaño edificio.
A los niños les encantará, no hay duda, y seguro que no les importa volver a él de vez en cuando y también decorarlo, nunca olvidemos esta parte.
Claro que ellos no saben lo que cuesta.