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The Legend of Zelda: Breath of the Wild

Valoración: 10
The Legend of Zelda: Breath of the Wild

Llega un momento en la vida de todo analista en el que debe enfrentarse a esa vaca sagrada a la que es casi imposible poner nota y donde debe correr para sacarle el máximo jugo posible a un título que preferiría disfrutar y exprimir gota a gota y con calma; pues bien, ese momento ha llegado con The Legend of Zelda: Breath of the Wild.

Las mil y una formas de jugar

Jugar a The Legend of Zelda: Breath of the Wild es maravilloso, partamos de ahí para subiros las expectativas ya desde el inicio, pero lo que en realidad quería decir es que jugar a este nuevo Zelda significa romper con los cánones de la saga para crear unos nuevos, no solo dentro de la misma, sino esperemos que también dentro del paradigma videojueguil futuro.

Breath of the Wild reinventa los juegos de mundo abierto. Ante esta atrevida afirmación el título, henchido y seguro de sí mismo, pone ante nosotros todos los elementos de esta clase de videojuegos, todos, y los desata, haciéndonos creer que todo es posible, porque, efectivamente, es así. Si tú ves a lo lejos una isla rodeada de enemigos, agua y remolinos, ve, que al final darás con la forma de sortear todo; si ves un risco sobre una montaña llena de lava, ve, que se puede; si ves un animal que crees que se puede montar cual caballo, inténtalo, que lo lograrás; y si quieres no hablar con el ermitaño del inicio del juego e ir a por Ganon, adelante, inténtalo; y así podríamos seguir ad infinitum, porque aquí no existen los límites, bueno, sí, pero solo los que nos delimiten las leyes de la física.

Hablar de Breath of the Wild es hablar de un mundo vivo, regido por sus propias leyes físicas y temporales que, para disfrute nuestro, se parecen mucho a las nuestras. Después de casi 70 horas, y las que nos quedan, aún nos sorprendemos al interactuar con el entorno, y él con nosotros, de formas nuevas. Pareciera que nunca vas a acabar de descubrir cosas, detalles, animales, armas, recetas, objetos, opciones, movimientos… Podemos señalar, verbigracia y sin querer destriparos demasiado pues lo mejor es que lo descubráis por vosotros mismos, acciones como que si dejamos un filete a la intemperie en la nieve obtendremos carne helada para luego afrontar mejor las zonas de mucho calor, o que si cargamos en nuestro arco para disparar una flecha de madera cerca del volcán, la punta de la flecha se prenderá sola por el abrasador calor. Son solo dos pequeños ejemplos de los miles que hay, además, éstos centrados únicamente en la temperatura (hay otro, el de quemar hierba y crear así una corriente de aire caliente y ascendente), si nos ponemos a hablar de lo que se puede hacer con las físicas no acabaríamos nunca, de hecho, acabaréis el juego sin haber vivido todo lo que puede ofrecer, porque seguro que vuestro amigo, que lleva las mismas horas que vosotros y con quien comentáis todos los días cómo vais en el juego, ha hecho todo en otro orden y de otra manera. Eso es lo mejor de The Legend of Zelda: Breath of the Wild y es por eso mismo por lo que se sitúa un escalón o dos por encima de sus competidores.

Evolución y renovación

¿Cómo ha conseguido Nintendo que este Breath of the Wild se parezca y no a los Zelda anteriores? Bueno, esto son arenas movedizas. ¿Cuál es la esencia de un Zelda? ¿Acaso son las mazmorras?, ¿los jefes finales?, ¿el inventario y los objetos?, ¿los combates en tiempo real?, ¿el mundo? La respuesta variará según a quién le preguntes y según a qué juego de la saga jugara primero. Lo cierto es que aquí tenemos elementos comunes a todas las entregas, pero sobre todo muchas novedades, casi infinitas, pero que, por alguna extraña razón, casan con ese espíritu de la saga. De hecho, Breath of the Wild podría considerarse como la culminación de un viaje, el fin de una aventura donde confluyen todos los elementos que han hecho grande a la serie, y lo mejor de todo es que ese fin del camino no hace sino abrir nuevas sendas; ahora depende de quienes vengan detrás continuarlas o no.

Centrándonos un poco más en qué cambia y qué no, lo primero que llama la atención antes incluso de que despertemos es que en este The Legend of Zelda: Breath of the Wild hay voces. No solo las hay, sino que se han doblado de forma magistral al español (peninsular y de América para nuestros amigos NTSC), incluso los sonidos onomatopéyicos han sido reinterpretados por los actores de doblaje de cada región. Link es el único al que no escuchamos hablar, lo que no quiere decir que no lo haga, de hecho, él explica a los personajes determinados sucesos, lo que pasa es que nosotros solo le veremos gesticular. Ahora también podremos elegir entre varias respuestas y además, según cuál escojamos, así podremos seguir la conversación por unos derroteros u otros. Es algo que ya habíamos visto en el RPG occidental y que este nuevo Zelda ha implementado ahora con acierto, aunque no tendrá un sistema de consecuencias tan elaborado como a priori pudieran tener otros juegos como Fable o Mass Effect, que tampoco fueron para tanto como nos los pintaron.

Siguiendo con los cambios, la temperatura será un factor fundamental a la hora de avanzar en la aventura, o en el mundo, que es casi decir lo mismo. Según queramos acceder a zonas frías o calientes, así tendremos que ponernos una ropa u otra, o preparar un elixir, o una comida picante para el frío, o ir con una antorcha (encendida) en la nieve, o con una espada de hielo a la espalda en el volcán, o…

Por supuesto hay opciones más válidas que otras, pero lo importante es que puedas elegir la que más te guste, o en la que caigas.

El ruido será el otro indicador al que hacer caso junto a la temperatura y la stamina, de la que hablaremos más adelante. Llevar unas armas influye, correr, andar o ir a gatas también, incluso habrá recetas para ir con los pies más ligeros por así decirlo. Y, ¿para qué sirve esto? Principalmente para la caza. El mundo en Breath of the Wild es el más vivo que hayamos visto nunca y con todo lo que hay podremos interactuar, que es donde se distancia sobremanera de otros juegos de mundo abierto. Así, veremos peces nadando tranquilamente, ardillas saltando de árbol en árbol, ciervos pastando junto a jabalíes, osos que asustarán a estos, lobos, todo tipo de aves y lagartos, insectos, plantas, frutas, hortalizas… Lo que esté en el mundo, os servirá. Y ojo porque, por ejemplo, el arma con la que cacéis un jabalí, influye en cómo obtendremos la carne (no es lo mismo una espada normal que una de fuego y ya me entendéis). Si somos cautelosos, además de no perturbar a la fauna del lugar, también podremos pillar desprevenidos a los enemigos para así asestarles un golpe mortal y que pasen de estar dormidos al sueño eterno.

Y vamos con la stamina, el último de los 3 grandes indicadores a tener en cuenta. Bueno, la salud sería el cuarto, pero es tan conocido por todos que no me voy a entretener, simplemente os diré que hay corazones, 3 al inicio, y que podremos conseguir más de varias formas, como era lógico. La stamina o resistencia es algo que ya se probó con acierto en The Legend of Zelda: Skyward Sword. La cosa funcionó muy bien y amplió las posibilidades de acción de Link de una manera muy natural, además de dar lugar a nuevos puzles, por lo que se ha mantenido aquí. No solo se ha mantenido su uso, para escalar, tirarnos en paravela (parapente), correr, atacar o saltar, otra de las grandes novedades, sino que se le ha dado mayor protagonismo que nunca, ya que ahora los poderes de la Piedra Sheikah, la otra gran protagonista del juego, funcionan con ella igualmente.

Cualquier acción, menos una que no os desvelaremos, consume resistencia, ya sea tirar bombas, parar objetos, imantarlos o congelarlos. Tranquilos, todos estos poderes se obtienen al principio del juego en una especie de tutorial que no es tal, sino que te sueltan en lo alto de la pradera y apáñatelas, por lo que no os estamos descubriendo nada realmente. Y aun con esas, con prácticamente todos los poderes de inicio, sus mil y un usos serán los que den variedad a nuestra andadura.

Mención aparte para los indicadores del tiempo, que nos dirán si se espera un día soleado, lluvioso o lluvioso y con rayos. Y cuidado con el ciclo día/noche. Veréis cómo la luna cambia y cuando se llene, algo pasará.

Wild horses

Hyrule es vasto, muy vasto. Por suerte tendremos varios medios para desplazarnos por él, ya sea a pie, en una montura (no tienen por qué ser siempre caballos), teletransportándonos u otros. Digo lo de otros porque la física será vuestra amiga a la hora desplazaros, tenedlo siempre presente. En caso de que optéis por el caballo, muy recomendables, sabed que tendréis que, primero, capturar uno salvaje, domarlo y registrarlo en una de las numerosas postas, donde os lo ensillarán. También podréis darle de comer sujetando una fruta en vuestro regazo o incluso cambiarle el aspecto de las riendas y la silla. Ah, y aquí viene lo mejor, podéis cambiarle el pelo, ponérselo de colores, estilo mohicano, etcétera. Cuidadlos porque mueren y elegidlos bien porque son distintos todos ellos, en su carácter y en sus aptitudes.

Este inmenso y salvaje Hyrule que parece que nunca se acaba es verde, muy verde, casi como lo son muchas de las películas del estudio de animación Ghibli; de hecho, algunas de las criaturas que lo pueblan, que son muchas, parecen sacadas de las obras de esta otra factoría de historias y sueños como el rupinejo. También hay marrón, como donde habitan las gerudo, rojo fuego, como el hogar de los goron, o azul, la tierra de los zora, incluso el blanco, en las zonas altas con nieve, se entremezcla con los tonos ocres de la región norteña de Akkala. Hay sitio para todo y todos en este Breath of the Wild. Que no os lleven a error las primeras horas de juego, es cierto que la hierba alta prolifera, pero no en todas partes es así.

Y si la variedad cromática es una constante, no lo es menos la topográfica. Aquí es donde se nota que Monolith Soft ha estado echando algo más que una mano. Si ya nos sorprendieron con el mundo de Xenoblade Chronicles en Wii y remataron la jugada con Xenoblade Chronicles X en Wii U, ahora han vuelto a salirse. Junto con el ya citado Xenoblade Chronicles X, no hay ningún otro videojuego que sepa hacer un uso tan inteligente y no forzado de las verticales como este nuevo Zelda. Es más, gracias a esto la escalada se convierte en un pilar fundamental del juego, pero es que esta se integra con la naturaleza de los monstruos, lo que comemos, lo que vestimos y lo que portamos. Todo se relaciona de una forma sublime, y lo mejor de todo es que cuando estamos jugando no nos damos cuenta de ello.

Cuando empezamos, el extensísimo y lleno de recovecos mapeado estará oscurecido y segmentado. Para poder descubrir qué hay en cada zona tocará escalar a unas torres muy altas y normalmente custodiadas por enemigos u otros peligros y activarlas con la Piedra Sheikah. Es algo muy parecido a lo que vimos con las atalayas en los Assassin’s Creed de Ubisoft, para que os hagáis a la idea.

Una vez hecho esto nos será más fácil seguir las numerosas pistas que nos facilitarán los NPC que pululan por el juego y que no solo están concentrados en los núcleos urbanos, ya que habrá postas para nuestros caballos, mercaderes ambulantes e incluso ayudaremos a la construcción de un pueblo. La variedad de personajes no solo se ve en sus acciones, sino también en sus intervenciones, ya que variarán sus respuestas según el devenir de la conversación o las inclemencias meteorológicas. Por detalles que no sea.

Habrá que hablar con todo el mundo si queremos saber dónde están escondidos multitud de tesoros o cómo resolver los acertijos que nos aguardan, incluso más de una vez nos chivarán la localización aproximada de uno de los más de 100 santuarios que hay repartidos por todo el mapa. Estos son como salas con una pequeña prueba que hará que saquemos a relucir nuestras habilidades dándole al coco o en combate, y no todas serán fáciles ni obvias.

Llama la atención que no hay templos como los hemos conocido siempre en la saga, pero sí una cosa que será su equivalente, que mejor no te desvelamos para que la descubras por ti mismo.

Recolectar es divertido, si se sabe cómo

Porque esa es otra, en Breath of the Wild se muere y mucho. Hasta que no nos equipemos bien no seremos rival ni para los bokoblin del inicio del juego, aunque claro, todo depende de nuestra pericia, o de los amiibo que uséis para ayudaros, los cuales os concederán diferentes recompensas. Es recomendable no obstante contar con un buen escudo y una buena arma, y elegir no será sencillo, pues, entre escudos, arcos, espadas, cetros, mandobles y lanzas habrá más de 180 piezas de armamento a nuestra disposición, ahí es nada. Y todas con sus distintos puntos de fuerza y resistencia.

Otro tanto, pero en menor medida, ocurre con nuestra ropa que, como en el caso de las armas, constará de diversos atributos. Unas serán más indicadas para el frío, el calor, la escalda, etc. Incluso podremos teñirla llegados a un determinado punto del juego, pero nos costará minerales.

Recogerlos será tan fácil como picar piedra con nuestra arma o volar las rocas, en cuyo caso los pedazos se extenderán por ahí.

Todo lo que recolectemos nos servirá para 3 cosas: podremos usarlo nosotros (comer una manzana o encender un fuego con madera y pedernal), venderlo o cocinarlo.

La cocina os robará horas y las posibilidades son inagotables. Podremos mezclar piezas de monstruos, insectos, carnes de todo tipo, setas, moluscos, hierbas, legumbres… Y todas ellas darán lugar a algo, sea un plato que nos recupere salud y nos dé resistencia a la electricidad, o basura, pero incluso hay basura mejor que otra. En fin, que trasteéis. Y si no podéis cocinar como es debido, todo lo asado sabe mejor, así que no dudéis en arrimar unas manzanas o una lubina a una hoguera.

Lo mejor de esta recolección es que no se hace pesada. Otros juegos como Red Dead Redemption o The Witcher pecan de querer mostrarnos una animación cada vez que cogemos algo, aquí no, el ritmo del juego nunca se interrumpe, basta con pasar por encima y dar al botón A. Pero no todo iban a ser alabanzas, por el camino se han dejado la pesca con caña, algo en lo que seguro muchos de nosotros hemos invertido incontables horas en anteriores títulos de la saga.

Músculo de la generación pasada

The Legend of Zelda: Breath of the Wild es un juego de Wii U, seamos claros. Ahora bien, que eso no os haga mirar con recelo al juego. Gráficamente tiene mucho que ofrecer y, en lo que no puede destacar, lo maquilla tan bien que mientras jugáis no os daréis ni cuenta.

Hablamos de cosas como la distancia de dibujo, destacable no obstante, la resolución, que tampoco es algo demasiado negativo y, sobre todo, los tirones que da a veces el juego, máxime en zonas de hierba alta. Incomprensiblemente, la mayoría de estos tirones se producen al inicio del juego en la llanura de Hyrule, confundiéndonos y puede que creándonos una opinión equivocada. Por suerte, con el tiempo, esta se revierte y acabaremos totalmente prendidos por el estilo artístico elegido, mucho más cerca de la animación cinematográfica que del cell shading visto en otros juegos. Para más inri, si jugamos en modo portátil habrá muchos menos de estos tirones, cosas de la resolución, suponemos. De cualquier forma, Breath of the Wild consigue entrar por los ojos, ya sea por su mundo vivo, sus detalles, cientos de ellos, su clima cambiante (ver una tormenta eléctrica formándose a lo lejos e ir a su encuentro no tiene precio) o su sobresaliente dirección artística. Y a los seguidores de la saga les encantará ver el rediseño tan enorme y acertado que han sufrido la mayoría de los pueblos que habitan Hyrule, mención aparte para la tribu de los zora, que además es de las pocas con contar con una melodía reconocible (y con una pieza que quedará para el recuerdo, la que suena cuando nos encontremos con el príncipe Sidon).

Lo cual me lleva, irremediablemente, a hablar de la música. Manaka Kataota, famosa compositora de Nintendo y que ya había trabajado en la serie en Spirit Tracks, es la encargada de suplir al maestro Koji Kondo en las labores de dirección y como compositor principal y lo hace con sobresaliente, para no desentonar con el resto. El piano será un instrumento fundamental en las melodías que nos acompañarán a lo largo de las numerosas horas de aventura, pero no será el único, ni mucho menos. Y como bien dicen, en la variedad está el gusto, así escucharemos temas más clásicos y grandilocuentes alternados con otros mucho más desenfadados, un poco una mezcla entre Ocarina of Time y Wind Waker. Y el silencio. Como no nos cansaremos de repetir, aquí cabe todo, y el silencio es una parte fundamental en la música. No oír nada salvo el trinar de un pájaro o cómo se arrastra un asustadizo lagarto a nuestro lado. Eso también se disfruta.

Perdiendo corazones

Como ya os habrá quedado claro, The Legend of Zelda: Breath of the Wild es un juego sublime, una obra maestra que será recordada décadas más tarde y que será el espejo donde se miren las aventuras a partir de ahora, sin embargo, cuenta con algunas sombras, muy pequeñas y que no le alejan del Olimpo, pero que hay que enumerar.

Su principal hándicap es tratarse de un software pensado para Wii U. La parte gráfica, que ya se ha tratado, no es realmente el problema, lo que sí lo es es la optimización en ciertos lugares. No lo vuelven injugable, ni mucho menos, pero hablamos de Nintendo Switch, una máquina que da para más y que trae problemas heredados.

El otro gran pero vuelve a ser su sistema de origen, aunque esta vez se verá perjudicada en mayor medida Wii U que Nintendo Switch. En cuanto recibes la Piedra Sheikah, y eso pasa en el primer minuto de juego, te queda claro que iban a usar el Wii U GamePad y que se lo cargaron por el camino. En Nintendo Switch no quedaba otra, ¿pero en Wii U? Accesos rápidos, mapa, equipamiento, cocina… solo ha sobrevivido el giroscopio, que se usa al más puro estilo Splatoon con las armas y en algunos puzles. Una pena para quienes quieran despedir con él a la incomprendida Wii U.

Y ya a título personal, que con la traducción Ganon haya perdido lo de Calamity por el camino tampoco me ha hecho gracia.

Renace la leyenda

Ni hay mejor forma de despedir a Wii U, ni la hay de saludar a Nintendo Switch. The Legend of Zelda: Breath of the Wild se convierte desde ya en un clásico atemporal, un ejemplo en el que fijarse y un camino que tomar.

Breath of the Wild es donde confluyen 30 años de historia y, viendo el resultado, no entendemos cómo la industria, una industria sumamente acomodada, no ha ni siquiera intentado ir a donde Nintendo ya ha llegado.

 

Comentario del analista: He intentado no contar prácticamente nada de la trama y me he centrado en las posibilidades y sensaciones que transmite el juego, pero no dudéis de que tiene una gran historia detrás, quizás no la más original, pero sí la mejor contada de la saga. Disfrutadlo.

10
Perfecto
Escrito por
Señor Bichos para ti.

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