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Dragon Quest VIII: El periplo del rey maldito

Hace ya más de diez años desde que Dragon Quest VIII; el periplo del rey maldito llegara por primera vez al continente Europeo y, a pesar de que a muchos usuarios este título no le dijese absolutamente nada, se trataba de la octava entrega de una de las sagas más potentes de la historia de los JRPG’s en América y Japón. El periplo del rey maldito es, sin duda, el buque insignia de la saga Dragon Quest, un título que incluso consiguió desplazar ligeramente el foco de atención que por aquel entonces recaía casi en exclusiva sobre su hermano “pequeño” Final Fantasy.

Una década más tarde, y casi como si de un regalo de aniversario se tratase, Dragon Quest VIII: El periplo del rey maldito vuelve a pisar el viejo continente, pero esta vez en una Nintendo 3DS que cierra el que posiblemente sea el catálogo más portentoso de JRPGs de la historia.

En su visita al terreno portátil, Dragon Quest VIII nos deleita con un vasto mundo que explorar, nuevas características como la función fotográfica, más personajes jugables o la inclusión de nuevas mazmorras, aunque también presenta carencias respecto a la versión original de Playstation 2. Todas estas características las vamos a analizar en detalle en las siguientes líneas así que afilad vuestras armas porque empezamos nuestro periplo.

 

La maldición de un rey y el ascenso de un héroe

Dragon Quest VIII: El periplo del rey maldito nos cuenta la historia de un joven guardia del palacio de Trodain que es contratado por el rey Trode para deshacer la maldición que ha caído sobre él y su hija Medea. El culpable de desatar esta maldición parece ser el bufón Dhoulmagus, que además ha robado el cetro del rey.

La presentación de Dragon Quest VIII no es más que una excusa para introducir al jugador a su gigantesco mundo. Sin embargo esta sencilla premisa va transformándose poco a poco en una trama algo más densa, con multitud de personajes implicados de manera indirecta y que incluso presenta algún giro de guion. Es cierto que no se trata de un exponente narrativo dentro del género de los JRPGs, pero si es posiblemente la trama más trabajada y consistente de toda la saga, incluyendo capítulos posteriores como DQ IX o X. La característica que sí que destaca de manera notable es su particular sentido del humor, clave en la saga Dragon Quest, y que está presente incluso en situaciones en los que el jugador esperaría más epicidad o sobriedad, escenas que consiguen hacernos esbozar una sonrisa pero sin sacar nunca de situación al usuario. En cualquier caso, Dragon Quest VIII consigue mantener al jugador interesado en un hilo conductor mientras se le descubre, poco a poco, el gran abanico de posibilidades jugables.

Tintes clásicos en un RPG enorme

La principal característica de Dragon Quest VIII es la extensión de su mundo. Una vez salimos de villatránsito podemos seguir la trama del juego de manera más o menos lineal, pero también se nos abre la opción explorar de manera libre el entorno que nos rodea.

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Estamos ante un mundo con muy pocas barreras para el jugador y que esta plagado de cofres ocultos en grandes bosques, mazmorras ocultas o poblaciones alejadas de los caminos principales. Además dispondremos de una buena cantidad de submisiones y tareas secundarias a las que podremos acceder desde el mismo inicio de la aventura. En cualquier caso no será una tarea complicada ubicarse, ya que además de la clásica brújula tendremos siempre abierto en la pantalla inferior de 3DS un mapa del mundo completamente detallado. Un mapa que tiene la particularidad de presentar las localizaciones como puntos azules y que resalta en rojo aquellas en las que tengamos una misión activa.

El periplo del rey maldito es un juego muy grande, pero también dinámico. Presenta sucesión de día y noche que no solo cumple una función estética, sino que dependiendo del tramo del día en el que nos encontremos los NPCs nos darán diferente información y los enemigos serán más o menos duros de enfrentar. Además, en Dragon Quest VIII para Nintendo 3DS, estos monstruos campan a sus anchas por el mapa del mundo, una decisión que no solo da más vividez al mundo del juego, también ayuda al jugador a controlar cuando y donde pararse a subir de nivel, ya que los enemigos no aparecen de manera aleatoria como ocurría en la versión de Playstation 2, sino que son ellos mismos los que deciden cuando atacar, permanecer estáticos o incluso huir del jugador, si es que se consideran en desventaja.

En cierto punto de la aventura estos enemigos pueden llegar a reclutarse (solo unos cuantas especies que estarán marcadas con un icono encima de sus cabezas) para participar en combates de la arena, una herencia directa del spin off: Dragon Quest Monsters. A partir de ese momento podremos participar en batallas de monstruos contra otros personajes en los que conseguiremos objetos especiales, alguna exclusividad y hasta un título de campeón al llegar al rango S.

Mentalizarse es la clave para ganar

Los combates en Dragon Quest VIII son todo un clásico en el mundo de los JRPGs, nos encontramos con un sistema por turnos en el que cada personaje domina unas técnicas y armas determinadas, con lo que la mayoría de sus atributos vienen preestablecidos por nivel, abandonando así el sistema de trabajos típico de la saga.

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Este rasgo no es necesariamente algo negativo, ya que los 6 personajes presentes en el titulo son lo suficientemente diferentes entre si como para no dejar sensación de monotonía. Además, cada uno de estos personajes presentan unas destrezas innatas que podemos desarrollar al gusto conforme subamos de nivel, estas se basan en el control de cuatro armas diferentes y una vertiente más “humana” del personaje. El decidir donde repartir los puntos es cosa del jugador y permite que en cada partida nuestros protagonistas puedan estar más inclinados al control de una u otra arma, e incluso al uso de la magia.

Otra de las características importantes de los combates en el periplo del rey maldito es el control de la tensión. Mediante el comando mentalizar, tanto los personajes como los enemigos pueden aumentar su tensión para reforzar los ataques que vayan a asestar en el turno siguiente. Existen 4 niveles de tensión, aunque el último de ellos no siempre es alcanzable. Esta es una característica que no llama demasiado la atención en un primer momento, ya que consume varios turnos, pero que puede facilitar mucho los encuentros con monstruos si se sabe usar bien, aunque también puede complicar mucho las cosas al jugador si no se eliminan pronto a los enemigos que están en este estado. Además si conseguimos llegar al último nivel de tensión con nuestro héroe protagonista este cambiará de aspecto en un guiño muy especial que todos los seguidores de Toriyama sabrán apreciar.

En el periplo del rey maldito para Nintendo 3DS también es posible cambiar la velocidad de los combates, opción especialmente interesante para aquellos momentos en los que necesitemos combatir repetidamente para subir de nivel. Porque no nos vamos a engañar, Dragon Quest VIII no es un juego sencillo, y cualquier combate se nos puede volver muy cuesta arriba si no estamos atentos y nos dedicamos a machacar botones.

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Jugando a ser alquimista

Hacer un buen uso del equipamiento también es clave para conseguir la victoria en el periplo del rey maldito. En Nintendo 3DS la interfaz y los menús son mucho más limpios y sencillos que en el original, aunque también menos vistosos. Por ejemplo los objetos o armas que son transferibles entre personajes dejan más claro si son o no equipables, además de no solo presentarnos su estadística de daño o defensa individual, sino que se muestran directamente los atributos finales del personaje a la que se le va a colocar el equipo.

Además del equipo “estándar” en el periplo del rey maldito se puede utilizar una función peculiar que desbloquea nuevos objetos y equipo. Estamos hablando del pote de la alquimia, un recipiente en el que combinar materiales para obtener objetos, armas y armaduras más potentes. Para poder hacer de auténticos alquimistas necesitaremos encontrar las recetas que están ocultas a lo largo del mundo, aunque también podemos probar a hacer nuestras propias combinaciones, por si diésemos por casualidad con una receta exitosa.

Todo un carrusel de novedades

Con Dragon Quest VIII: El periplo del rey maldito es inevitable hacer una comparativa directa entre el original y esta versión portátil que tenemos entre manos. No solo porque introduzca novedades que mejoran la base del producto original, sino porque estamos ante un juego más completo, con suficientes novedades como para justificar la compra incluso para aquellos que hayan completado el original en varias ocasiones.

En primer lugar tenemos la introducción de dos nuevos personajes jugables, que aunque son viejos conocidos, no dejan de ampliar la oferta estratégica dentro de los combates. Estos personajes son Ruby, una ladrona ex compañera de Yangus cuyas armas preferidas son de larga distancia además de sus característicos abanicos, y Morrie, el aristócrata propietario de la arena de los monstruos, un personaje en todos los sentidos, que hará trizas a los rivales con sus mazas y magia.

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En esta versión también se ha incluido un sistema de guardado rápido. Además de las iglesias repartidas por el mundo en las que podemos curar a los personajes de condiciones especiales, resucitarlos y registrar nuestro avance, ahora tenemos disponible una opción de guardado rápido en el menú del juego, así se facilita el reseteo en caso de muertes inesperadas.

Otra de las funciones añadidas es el álbum de afotos, si, no nos hemos colado, este es el nombre con el que ha sido bautizado el nuevo sistema de misiones y recompensas de Dragon Quest VIII. Camarón Oscuro es el encargado de encomendarnos estas misiones que están clasificadas con estrellas dependiendo de su complejidad. Todas ellas tienen como nexo común la fotografía, ya sea de edificios, personajes o monstruos, y desbloquearán objetos muy jugosos para el jugador. Además de completar estos desafíos también tenemos la opción de fotografía libre, en la que podemos capturar cualquier momento de nuestra aventura, aplicar filtros, poner marcos a las imágenes y enviarlas por streetpass como postales.

También se ha habilitado la opción de descargar datos a través de internet, que presumiblemente serán en su mayoría regalos como equitación y objetos, pero también pequeñas misiones secundarias. Aún es complicado saber exactamente que se va a ofrecer en este apartado ya que todavía no esta activo al día de escribir estas líneas.

Técnicamente casi perfecto

Posiblemente el apartado más destacado de Dragon Quest VIII sea el visual, y es que estamos ante uno de los juegos más potentes del catálogo de Nintendo 3DS. Es cierto que se ha suprimido completamente la posibilidad de jugarlo en 3D, pero el juego cumple con creces aún sin visión estereoscópica. El detalle de los personajes es sorprendente y las animaciones son fluidas, sin bajones de frames ni siquiera en las batallas con mayor carga de efectos visuales.

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La paleta de colores es muy viva, mucho más que en la versión de PS2, un recurso que hace lucir aún más si cabe el soberbio acabado cell shading del título. Los diseños de los personajes y enemigos también son dignos de remarcar, no en vano están dibujados por el maestro Akira Toriyama, al que hay que reconocerle sobretodo el trabajo realizado con los monstruos, ya que todos y cada uno de ellos son un derroche de imaginación, especialmente cuando se les ve en acción. Si algo hace grande a este título es que incluso en las batallas más “simples y repetitivas” puedes encontrarte con alguna animación que te haga esbozar una sonrisa.

Pero no todo podían ser buenas noticias en este apartado y es que en el mapa del mundo el poping es más que evidente, especialmente en llanuras (donde los parches de hierba y los arboles aparecen súbitamente delante de nuestro protagonista) y también al navegar entre continentes. Además los objetos que están más alejados de la cámara presentan texturas mucho más planas que los elementos en primer plano, y se ven ligeramente emborronados.

A pesar de todo estos pequeños fallos no consiguen ensombrecer el resultado final, estamos ante uno de los juegos más exigentes para el hardware de Nintendo 3DS y aún así, la consola responde de manera notable. Un muy buen trabajo por parte de Square Enix, sabiendo encajar semejante mundo en dos pantallas de poco más de cuatro pulgadas.

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Por otro lado y para poner el punto negativo al apartado audiovisual nos encontramos con la banda sonora. Lo primero que hay que dejar claro es que esta afirmación no tiene nada que ver con su calidad, al contrario, Dragon Quest VIII: El periplo del rey maldito combina perfectamente melodías y efectos clásicos junto a geniales nuevas piezas, y tanto las pistas más tranquilas como las que transmiten más epicidad son sobresalientes. El problema en este apartado viene más bien de lo que podía haber sido y no fue, ya que el título originalmente presentaba una banda sonora orquestada (a cargo de la orquesta sinfónica metropolitana de Tokio) que colocaba a este juego un peldaño por encima de cualquier otro exponente del género del rol. Sin embargo, en Nintendo 3DS tendremos que conformarnos con un apartado sonoro mucho más convencional.

Otro de los grandes aciertos de el periplo del rey maldito es su genial localización y traducción al castellano, según avancemos en el juego los aldeanos y habitantes de las ciudades tendrán un acento o una forma de hablar que los diferencia de los demás, son pequeños detalles que ayudan mucho a la inmersión, pero que también hacen grande a una saga. El juego dispone también de un doblaje al inglés bastante bueno, aunque se echa de menos poder seleccionar el doblaje original en japonés para los más puristas.

Conclusión

Dragon Quest VIII: El periplo del rey maldito para Nintendo 3DS es más que una adaptación, es todo un regalo de aniversario para los fans. Recoge prácticamente todo lo bueno del original y añade elementos que le dan un toque más moderno.

El periplo del rey maldito se convierte así en un título más versátil, asequible para un público más amplio pero sin dejar caer su dificultad, con más misiones, nuevo endgame y más personajes controlables. En definitiva un juego mucho más completo y sin apenas fallos, al que solo se le pueden echar mínimamente en cara un apartado sonoro sublime pero sin orquestar, y pequeños problemas visuales de los que únicamente es responsable una 3DS que es incapaz de dar más de sí.

Estamos ante todo un universo que dará para más de 100 horas de diversión si se quiere conseguir el cien por cien de la aventura, un juego recomendado no solo para aquellos amantes de los JRPGs, sino también para todos aquellos que alguna vez se hallan hecho llamar jugadores. Una joya más en el insuperable catálogo de Nintendo 3DS.

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