Desde que Nintendo Switch dejó de ser NX el 20 de octubre del año pasado, se confirmó que la consola usaría cartuchos como formato para sus juegos. Como suele ser habitual en la Gran N, esta decisión se diferencia claramente de la competencia, que usa discos Blu-Ray, aunque no se ha tomado por este mero hecho, ya que las tarjetas tienen sus ventajas.
Sin embargo, llevamos varias semanas siendo testigos de juegos con precios de salida peculiarmente caros, como son los casos de Super Bomberman R y 1,2 Switch, ambos a 50 euros. Al ser títulos exclusivos, no podemos compararlos con otras plataformas… Pero hay otros juegos que sí se pueden. Por eso ha sido tan chocante enterarnos de que RiME va a ser 10 euros más caro en Nintendo Switch, pero lo peor es que no es el único.
Just Dance 2017 cuesta 60 euros frente a los 50€ de PlayStation 4 y Xbox One. Puyo Puyo Tetris costará 40€; en las demás plataformas, 30€. Redout, otro título independiente, vendrá a Nintendo Switch con un sobrecoste de 5€. Aunque no todos los juegos son más caros en Nintendo Switch, ya hay un puñado de ellos que sí lo son.
¿A qué se deben estos precios?
Según la editora de RiME, Gray Box, los costes de desarrollo son los responsables de esos 10 euros extra. También comentaron que están investigando nuevas funciones exclusivas para compensar el retraso, ya que el juego saldrá más tarde para Nintendo Switch. Pero, ¿a qué se refieren con estos “costes de desarrollo”? Probablemente se refiera a la fabricación y distribución de las tarjetas.
Para empezar, los cartuchos de Nintendo Switch se distribuyen en diferentes capacidades, cada una con su propio precio de fabricación. Su peso puede ser desde 1GB hasta 32GB, pasando por 2GB, 4GB, 8GB y 16GB. Lo normal es que los juegos independientes, más pequeños por naturaleza, adquieran las tarjetas de menor tamaño, mientras que títulos del tamaño de Zelda: Breath of the Wild se decanten por las de 32 GB.
A continuación, las editoras deben enviar un número de copias del juego para que se dupliquen y se distribuyan. Cuanto mayor sea la cantidad enviada, mejores precios conseguirán para los cartuchos. Se trata, básicamente, de una venta al por mayor. Por esto mismo, los juegos independientes pueden llegar a ser los más afectados, ya que presumiblemente venderán menos que las producciones más grandes. Algunos estudios no se pueden arriesgar a enviar una gran cantidad de copias para que luego no se terminen vendiendo, resultando en unos costes de producción más caros.
En este punto entra en juego la propia Nintendo. En palabras de Reggie Fils-Aime, presidente de Nintendo América, las desarrolladoras son libres de decidir el precio de sus propios juegos, es decir, la Gran N no está involucrada en el precio final de cara al consumidor. Dependiendo del margen de beneficio que quieran obtener, cada compañía tendrá que ajustar su presupuesto. Algunas podrán igualar el precio entre plataformas, mientras que otras como Tequila Works no serán capaces de asumir los sobrecostes de RiME.
¿Y qué hay de los títulos digitales?
Por supuesto, este problema se produce solamente con el formato físico de los videojuegos. Los títulos puramente digitales, como Snake Pass y Sonic Mania, pueden mantener el mismo precio en diferentes consolas, al no lidiar con la fabricación y distribución de las tarjetas. ¿Significa esto que la versión digital de, por ejemplo, RiME, costará menos en la eShop? Pues no.
La política de Nintendo fuerza a poner el mismo precio entre versiones, sean físicas o digitales. Esto también es así en el resto de consolas, y se debe a que Sony, Microsoft y la propia Nintendo todavía están muy implicadas con las tiendas de videojuegos. Si bajasen el precio de los juegos digitales, verían afectada su relación con estos comercios tradicionales.
El resultado final es que los más damnificados por estas decisiones somos nosotros, los jugadores, cuando nunca debería de ser así. Los consumidores no pueden ser los más afectados por esta situación, no es aceptable. Por esto mismo, Nintendo debe buscar cuanto antes una solución, para ajustar los costes y ofrecer precios más competitivos. Las third parties no pueden ser las que dicten los precios de los cartuchos, sobre todo cuando ya les han fallado a Nintendo anteriormente.
Margen de mejora
A medida que pase el tiempo y la tecnología actual se vaya abaratando, los precios de los cartuchos deberían de ser más asequibles, pero la realidad es que Nintendo Switch es cara. Si al precio de los cartuchos le añadimos los 30 euros de más que nos cobraron a los europeos por la consola, el precio de algunos periféricos y la necesidad casi imperiosa de obtener una tarjeta de memoria, la cantidad a desembolsar es considerable.
Nintendo Switch es una consola única, que ofrece una experiencia totalmente diferente a la de la competencia y que ya cuenta con grandes títulos exclusivos en su catálogo. Sería una pena ver cómo un concepto tan innovador y refrescante terminase viéndose afectado por aspectos como el precio de sus juegos. Lo más importante ya se ha conseguido, ahora solo queda que Nintendo se haga cargo de problemas que pueden impactarles de forma negativa a largo plazo.