El holandés Ewoud van der Werf nos trae el proyecto de su vida en el que se deja su espíritu y su sombra para traernos esta peculiar aventura. Inspirada en su capacidad de observar como los niños juegan saltando entre objetos se le ocurrió la idea de un alma que salta entre sombras. Es así como llega a nosotros esta obra, Schim, que trata de un alma con forma de rana que va saltando de sombra en sombra hasta llegar a su destino.
De sombra a sombra y tiro..
En Schim manejamos a un schim, que viene a ser el espíritu de un ser vivo o de un objeto. Vamos, que cualquier cosa que exista en este particular mundo tiene un schim. Representan la energía vital de todas las cosas, por lo que es importante que no se separen de sus dueños para no caer en un declive del que es difícil salir. Pues esto es justo lo que le pasa a nuestro protagonista y al humano al que pertenece. En un mal accidente de un mal día de una mala vida estos dos se separan. Tendremos que ayudar al schim regresar a la sombra de su dueño antes de que sea demasiado tarde.
En Schim tendremos que saltar de sombra en sombra en escenarios en continuo movimiento en busca de nuestro humano. El desarrollo de la aventura es así de simple y no esconde ningún as bajo la manga. Simple y directo, con las ideas claras. El desarrollo está estructurado en niveles, cada cual con su propia ambientación y temática de diseño. El avance es lineal, buscas una sombra cercana y saltas a ella, con un camino bien definido.
Ralaxing shadow with café con leche
No se trata de un juego difícil ni desafiante, sino todo lo contrario. Schim entra a la perfección dentro de la categoría de juegos relajantes. De hecho, ni siquiera se nos exige saltos precisos, ya que incluso si no acertamos al alcanzar una sombra disponemos de un segundo salto, pudiendo hacer de esta forma saltos de fe hasta sombras imposibles y conseguir alcanzarla.
Posiblemente su extremada simpleza sea el mayor obstáculo que va a encontrar Schim para llegar a convencer a aquellos jugadores que buscan algo más que un simple entretenimiento. Schim se encuentra cómodo saltando sobre la sencillez, el conformismo, sin las ganas de complicarse la vida y la falta de pretensiones más allá de contar su historia.
Y es una auténtica pena, pues se trata de una propuesta extremadamente original, con una jugabilidad bien resuelta y la mar de fluida, que en ningún momento busca exprimir su potencial ni sorprender al jugador, resultando hasta cierto punto monótono y repetitivo. Porque potencial no le falta, lo cual se puede llegar a vislumbrar en sus dos últimas fases con ideas de diseño bien pensadas e incluso puzles que aprovechan el uso de sombras con inteligencia, pero claro, un buen final no puede compensar todo el juego. Incluso en el tutorial hay mecánicas que no se vuelven a ver en el resto de la aventura.
Minimalismo Ranidae
Desde un primer contacto te das cuenta de que estamos ante algo poco usual, algo diferente, pues el apartado artístico que luce el juego tiene una personalidad arrolladora. Y esto puede parecer chocante, porque si te paras a ver una sola imagen del juego, ves que usa un estilo bastante minimalista. Es cuando lo ves en movimiento cuando te das cuenta de lo chulísimo que es, pues a pesar de ese estilo minimalista todo está repleto de detalles y movimientos. Aunque pierde algo de frescura por la repetición continua de elementos e incluso de escenarios.
El apartado sonoro, en cambio, no brilla en absoluto, con melodías que pasan totalmente desapercibida e incluso ausentes. Dispuestas a desaparecer de nuestra memoria en cualquier momento. En cuanto a la duración que ofrece Schim, podemos llegar a los títulos de créditos en algo más de 3 horas, dando poco pie a la rejugabilidad más allá de encontrar el objeto escondido de cada nivel.
Schim es una original propuesta con una jugabilidad muy interesante y un diseño artístico a rebosar de personalidad, pero con un potencial totalmente desaprovechado. Su extremada sencillez y conformismo pueden llegar incluso a hacerse repetitivo. Las bases de algo brillante están ahí pero no deja de darnos la sensación de que podía haber ofrecido muchísimo más. Lo que queda al final son grandes ideas poco desarrolladas en una aventura que consigue entretenernos durante poco más de tres horas.
Versión del juego analizada: 1.0.1.