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Análisis 20 Minutes Till Dawn

Los arcade han vuelto, y parte de esa esencia es por el boom de los roguelike y roguelite. En el segundo grupo podemos enmarcar a 20 Minutes Till Dawn, una  propuesta que nos recuerda a Vampire Survivors en su planteamiento, aunque guarda diferencias con este para ser algo más técnico en lo jugable.

Aguantando a tiros Till Dawn

El juego se compone de sesiones de tres tipos: 20 minutos, 10 minutos e ilimitada. El tiempo marca el tope para que se considere pasado, y el último es un reto para los que buscan aumentar su puntuación al máximo. En cualquier caso, el objetivo es aguantar el máximo tiempo posible (si se llega al límite mejor) mientras hacemos frente a múltiples oleadas de enemigos con pocas vidas. Al principio costará llegar al final, pero según aprendamos a jugar y desbloqueemos contenido, se hará más sencillo.

Su control se basa en el esquema de doble stick para moverse, apuntar y disparar, pero podemos también hacer que el disparo sea automático al más cercano y nosotros solo dedicarnos a mover al personaje. Cada vez aparecen enemigos más poderosos y nos esperan minijefes e incluso jefes, con una recompensa interesante por vencerlos (generalmente una mejora). Además, cada vez que conseguimos cierta cantidad de piedras de experiencia que sueltan los enemigos, subimos un nivel, y eso conlleva una mejora a elegir entre un lote de cuatro al azar.

Para sesiones cortas

Las mejoras que conseguimos en 20 Minutes Till Dawn, así como los héroes y armas que podemos ir desbloqueando (“comprándolos” en el menú del juego) son los alicientes para que cada partida se sienta distinta. Los personajes se diferencian en algunos atributos y en su cantidad de vida, y las armas cambian en daño, cadencia, munición (aunque sea infinita, una vez se acaba un cartucho, hay que recargar) y rango, pero la jugabilidad se mantiene igual en todos ellos, y son realmente los cambios de las mejoras, que tocan nuestras estadísticas o nos dan algún tipo de proyectil o elemento adicional, los que hacen que cada partida de verdad varíe todavía más.

Estamos ante un juego algo oscuro, en el que casi todo se representa con tonos de grises y rojo. Esto es su seña de identidad, aunque también afecta a la poca diversidad de enemigos y a que se sienta demasiado sencillo en su representación. Los efectos y el rendimiento están a la altura, y la música acompaña un poco, pero no llega a cotas memorables.

En definitiva, 20 minutes till dawn es una propuesta para los que quieren un caramelito con una duración concreta para sesiones cortas. Le falta algo más de variedad y un poco de riesgo en aportar algo nuevo, pero cumple con lo que se puede esperar de algo así, aunque no llega al nivel de adicción de su competidor más famoso.

 

Escrito por
Pikmin de nacimiento y strawhard de corazón, colecciono monedas DK por diversión.

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