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Análisis de Peaky Blinders: Mastermind

No os voy a engañar, Peaky Blinders se ha puesto muy arriba en mi lista de mejores series de toda la historia. Soy consciente de sus errores, más acusados estas últimas temporadas, pero sus aciertos, su banda sonora, personajes, carisma, ambientación y guion (la mayor parte del tiempo), me tienen absolutamente ganado, por eso esperaba tanto la llegada Peaky Blinders: Mastermind, y me alegro de haberlo hecho.

Adaptación con estilo

Una serie o película de gánsteres pide a gritos un juego de acción en tercera persona y si tiene partes de conducción, mejor. Ejemplos hay muchos: Los Soprano, Scarface, El Padrino… Bueno, no hay muchos más, al menos de licencias televisivas o de cine, pero ya sabéis de qué hablo. Por eso chocó al principio que este Peaky Blinders: Mastermind apostara por la estrategia bajo una perspectiva isométrica, pero lo cierto es que la serie no ofrece tanta acción como para trasladarse de otra manera que no fuera esta o similar. Además, y una vez más lejos de otras producciones de corte similar, apuesta por una historia propia que se desarrolla antes de lo visto en el show televisivo, lo que le hace tanto bien, siempre gusta saber más de los personajes y que todo sea original, como mal, ya que queda muy lejos de lo visto en TV y además no aporta absolutamente nada trascendente al universo.

Centrándonos ya en el juego, Peaky Blinders: Mastermind cuenta las aventuras de los Shelby años antes de que Tommy tuviera su imperio y dirigiera a la familia. Arthur, el hermano mayor, es de hecho quien decide qué operaciones se llevan a cabo, aunque en eso y en el cómo influye mucho la opinión precisamente de Thomas, cerebro y líder innato de la familia apostada en Birmingham.

La cabeza es entonces lo que más usaremos en un título donde, al igual que pasaba en la saga Commandos o en el más reciente Desperados III (sin la profundidad de este último), usaremos a varios personajes, todos ellos con habilidades únicas, para abrirnos paso en unos niveles que veremos de manera isométrica, en este caso con bastante zoom sobre acción y personajes. El elemento diferenciador es en este caso el uso del tiempo, con el que tendremos que jugar haciendo que las acciones de los personajes se acompasen como en un baile manejándolos uno por uno y teniendo que haber planeado de antemano qué hacer; me explico. Imaginad que hay un guarda vigilando una palanca que a su vez abre una puerta que da lugar a una habitación con un pequeño hueco que comunica una celda, lo que tendremos que hacer será despistar al guarda con Ada y su encanto, rebobinar y seleccionar a Tommy por ejemplo, que este, mientras Ada está haciendo la anterior acción, baje la palanca y abra la puerta, rebobinar, seleccionar a Finn (hecho un niño) y mientras los demás hacen su parte, colarnos por el hueco y pasar a la celda, donde daremos lo que sea a quien sea, por ejemplo.

Es una mecánica que irá creciendo en dificultad por el número de personajes que controlaremos (hasta 5) según avanzan los niveles, pero que, una vez dominamos, se acaba el juego. Solo son 10 niveles y los primeros se superan en no más de 5 minutos cada uno y sin apenas errores o rebobinados y tampoco es que haya un interés especial en rejugarlos más allá de encontrar los relojes coleccionables o mejorar nuestra propia marca. Además, hasta el final no manejamos a todos los miembros de la familia y es una lástima. Sí, supone el culmen de lo que veníamos haciendo hasta entonces, pero nos deja con muchas ganas de más.

Miniserie

Y es que Peaky Blinders: Mastermind es corto y como decimos, poco rejugable. Para colmo solo es disfrutable enteramente por aquellos conocedores de la serie ya que en ningún momento te pone en antecedentes de ningún tipo, ni del contexto social de la época, ni de por qué están ahí esos gitanos con gorras con cuchillas en la visera… nada. Lo peor no obstante es que, pese a mantener el tono chulesco en sus diálogos (contados mediante viñetas), su guion está lejos de tener la fuerza, la intriga y la socarronería a la que estamos acostumbrados. No es malo y algunos diálogos tienen cierto gancho, pero les falta algo. Al acabarlo nos deja también la sensación de estar demasiado desligado del producto original.

Sí comparte con este elementos como la ambientación, muy lograda pese a la vista y el toque dibujo animado que le rodea, y la música, con mención especial al tema del menú, de hecho, dentro de la partida echamos de menos más piezas musicales.

En Nintendo Switch además se ve especialmente bien, sin alardes, pero bien, con una tasa de frames constante, brillos en los charcos, barro… Si solo se hubiesen cuidado más las animaciones de los personajes, Peaky Blinders: Mastermind podría haber sido todavía más llamativo visualmente, o si se hubiera contado más con efectos como lluvia, nieve o viento.

Ya sabéis, si os gusta la serie, Peaky Blinders: Mastermind es muy buena opción, y la única, para ser realmente un Shelby. Si no, pero sí sois fanes de la estrategia, también podéis echarle un ojo, especialmente porque ha llegado a precio rebajado, claro que tanto los unos como los otros debéis tener presente que es un juego corto, tan corto que irremediablemente nos dejará con ganas de más.

Resumen
Peaky Blinders: Mastermind acierta en su sistema de juego y ambientación pero no es igual de resuelto en animaciones, historia y sobre todo duración. Ojalá se hubiera presentado mejor a los personajes, sobre todo a quienes no hayan visto la serie.
7
Bueno
Escrito por
Señor Bichos para ti.

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