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Análisis de Hob: The Definitive Edition

Hob ha llegado a la eShop de Nintendo Switch gracias a una colaboración entre Perfect World Interactive, dueños de la licencia creada por la desaparecida Runic Games (Torchlight y Torchlight II), y Panic Button, quienes han demostrado en esta ocasión que pueden ir más allá de dotar de un entorno gráfico a la altura las obras de otros y han añadido mejoras a un juego de por sí notable en su lanzamiento original.

No digas nada, solo juega

Los primeros minutos en Hob son inquietantemente silenciosos, algo que marcará el resto de esta aventura y que no es sino otra referencia de las múltiples que tiene el juego a títulos como Bastion o The Legend of Zelda, sendos RPG de acción que, sin embargo, se distancian de un Hob donde lo que priman son los puzles.

Sin embargo, de Link encontramos más en el juego de Runic Games, como esas zonas de hierba alta que cortar con nuestra espada para así recuperar corazones o una ambientación que recuerda y mucho a la vista en Skyward Sword y su zona del desierto con los robots antiguos. Pero no solo eso, sino que todo el escenario, Hob es un juego de mundo abierto, aunque a priori no lo parezca, es como un gran santuario de The Legend of Zelda: Breath of the Wild.

Esa es precisamente la maestría de un título en el que su mundo, su overworld, y las mazmorras, se entremezclan de tal manera que en ningún momento apreciamos discontinuidad. Todo es orgánico en nuestro avance.

Hob empieza con nosotros investigando el mundo de forma inocente, viendo cómo reaccionan su flora y fauna y sintiendo curiosidad por un robot que ha dado en acompañarnos en nuestro viaje, hasta que nos topamos con una hiedra venenosa que nos atacará y que hará que el robot amigo tenga que amputarnos un brazo para que el veneno no se extienda más.

Por fortuna, este amable ser artificial nos cederá su brazo, herramienta que usaremos de las más diversas formas mientras tratamos de descubrir porqué un mundo verde se ha tornado marrón y gris y se ha visto de pronto atestado de esta peligrosa vegetación y otros monstruos.

O eso es lo que nos imaginamos que estamos haciendo, porque aquí nadie nos cuenta nada, ni tampoco hace falta. Nosotros simplemente avanzamos, guiados por nuestra propia curiosidad y también y muy de vez en cuando por las indicaciones del robot ahora manco.

Este libre albedrío de Hob a veces se traduce en que no sabremos muy bien a dónde ir o qué hacer, aunque en Panic Button han tratado de mejorar esto añadiendo un sistema para ver por dónde hemos pasado ya, y poco más, la verdad.

Esta característica es exclusiva de esta Definitive Edition, pero hay más, como la vibración HD, que al caer al vacío perdamos un corazón y no tengamos que empezar otra vez desde el último checkpoint, que aparezcan en pantalla los controles de las nuevas habilidades para nuestro brazo mecánico, el poder usar la táctil para manejar todo el juego, o la inclusión de una galería con artworks. Y si preferimos jugar como el equipo original lo diseñó, también podemos hacerlo desde su modo clásico. Si ya de por sí la exploración se premia, con gemas para comprar habilidades y piezas de corazón o de energía, hacerlo es todavía más gratificante cuando sabes que vas a obtener una preciosa panorámica además de varios bocetos.

Tanto para llegar a estos rincones como para avanzar en nuestro periplo tendremos que hacer de todo y con ambas manos (y pies). Las plataformas están a la orden del día, y la vista escogida no facilita demasiado el acertar algunas veces. Además hay combates contra diferentes criaturas y la forma de acabar con ellas será a base de espadazos y, por supuesto, puñetazos con nuestra prótesis. El combate es bueno, complicado por momentos, ágil y variado gracias a las nuevas técnicas que compraremos poco a poco. Lo mismo puede decirse de la exploración y los puzles.

Avanzar por el mundo, quizás demasiado verde y marrón de Hob, consiste en poner a prueba constantemente nuestro coco y nuestro brazo. Es precisamente este último el que nos dejará mover palancas, atravesará muros agrietados, activará sellos y creará escaleras gracias a su potencia. Una herramienta de lo más variopinta que habrá que cuidar y mejorar.

Mundo interconectado

Quizás sería más acertado hablar de que las distintas zonas del mundo están interconectadas en lugar de afirmar, como no del todo bien hemos hecho antes, que esto es un mundo abierto. Sí, no hay cargas entre zonas, o esa sensación da, pero, aunque lo intentemos, no podremos ir por donde nos dé la gana a no ser que no lo hayamos descubierto antes.

Hob, si no nos perdemos, avanza de una manera bastante sutil por momentos y bastante abrupta por otros. Aunque es de alabanza ver cómo los desarrolladores se las han ingeniado para que puedas volver siempre a la llanura central al acabar una zona por muy alejado que estés, abriendo así nuevos atajos hasta tu última localización descubierta, bien es verdad que muchas veces el juego te obliga a seguir una ruta porque, básicamente, no hay nada más delante. Si no haces una determinada acción, no verás cómo la tierra se abre ante ti y encaja las piezas cual puzle vivo y gigante.

Ver eso, cómo el mundo cambia a cada acción nuestra, es toda una delicia. Estamos ante un juego que, sin alardes, consigue cautivar. Puede que gráficamente no sea puntero (en portátil baja la resolución de forma muy notable), pero ese estilo cel-shaded unido a una dirección artística de aúpa hará que verlo en la gran pantalla resulte un espectáculo. No es grandilocuente, es simplemente evocador en cierta manera; propio. Lástima que no tardemos en ver cómo multitud de elementos se repiten, como la hierba, matorrales y muros blancos, que en otras zonas cambiarán de tonalidad, del verde al marrón y poco más. Hay subterráneos más mecanizados y llenos de tuberías, pero el grueso es muy similar durante toda la aventura.

Su música es también culpable de su atmósfera. Tendréis que subir los altavoces porque a veces parecerá que no está pero sí lo estará, ambientando, rompiendo un silencio que a veces también se da, cuando no hace falta más. Puede que no tarareéis ninguno de sus temas, pero bien merecen ser escuchados aparte.

Todo esto, unido a una jugabilidad bien pensada y directa, con multitud de puzles y un buen trabajo en los combates, hacen de Hob un juego muy a tener en cuenta por los amantes de las aventuras.

No es complicado, pero sí puede que nos perdamos pese a los esfuerzos de Panic Button para que esto no pase. Es bonito, aunque en portátil no tanto y la repetición de elementos cansa a las pocas horas, pero no se puede negar el gran trabajo artístico que tiene detrás.

No te dejará mudo como sus protagonistas, pero sí conseguirá entretenerte y mucho.

Resumen
Hob consigue en esta versión que nos perdamos menos que hace un tiempo y ha añadido extras en forma de indicaciones o la galería. Antes era un buen juego, ahora es mejor. UN fijo para los amantes de la aventura y la exploración que además encontrarán desafiantes pero no imposibles puzles por su mundo.
8
Notable
Escrito por
Señor Bichos para ti.

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