Tras un Devil May Cry 2 un tanto decepcionante que coincidió con el cambio del desarrollo de esta saga de Hideki Kamiya a Hideaki Itsuno, reconociendo incluso el primero de ellos que él no lo habría hecho mejor, Dante consiguió volver a todo aquello que le había hecho popular en su tercera entrega allá por 2005. Una vuelta a los orígenes que incluso se ve materializada en el propio argumento, narrando los acontecimientos previos al primero. El equipo de Itsuno, esta vez sí, consiguió ofrecer un título ya no a la altura de lo esperado sino por encima de ello, dejando para el recuerdo un título emblema de los hack & slash y marcando un nuevo techo en este universo. Solo un año después de su lanzamiento vimos publicada la revisión Devil May Cry 3 Special Edition y en 2012 la remasterización de esta junto a sus dos predecesores, un trabajo que pasó sin pena ni gloria. Ahora le ha tocado el turno a Nintendo Switch de recibir este clásico, hecho relevante por ser también la primera consola de la casa en hacerlo.
Ahora bien, cada vez que nos ponemos frente a la remasterización de un título ciertamente añorado lo hacemos con el temor de que el buen recuerdo que guardamos de este se vea alterado. No solo por un trato injusto en su nueva versión sino por el propio paso de los años, que no a todos sienta igual. Este temor ha estado también presente con Devil May Cry 3 Special Edition, pudiendo haberse convertido en una mera adaptación cuyo mayor reclamo es su nombre o haber pasado el suficiente tiempo para que queden completamente desfasadas. Sin embargo, podemos adelantar que no estamos ante ninguno de esos temibles escenarios.
Demonios y heavy metal
Si hablamos del original y su edición especial, poco hay que decir acerca de la experiencia que ofrece. Estamos ante un título repleto de acción, humor, chulería y escenas a camara lenta. La historia gira sobre el enfrentamiento entre Dante y su gemelo Vergil, quien busca abrir las puertas del infierno. Ante tal panorama nos toca avanzar a golpe de espada y disparos y a ritmo de música heavy metal—obra de Tetsuya Shibata—.
Pero como ya hemos dicho, no todo se ha quedado en una sencilla y conformista adaptación para la consola híbrida. A diferencia de los dos anteriores disponibles en Nintendo Switch, Capcom ha cuidado más Devil May Cry 3 Special Edition, incluyendo novedades nunca vistas. Por un lado, tenemos la posibilidad de alternar entre armas y estilos de combate en tiempo real bajo el denominado modo freestyle. Hasta ahora había que hacerlo antes de la partida. Mientras que, junto a esta, también esta la posibilidad de añadir a un segundo jugador en local en el modo Palacio Sangriento.
Pueden sonar a añadidos de poco calado, pero sin lugar a dudas ofrecen un nuevo panorama con una jugabilidad mucho más fluida y divertida. Y es que todos aquellos que ya lo disfrutaron con anterioridad podrán atestiguar una exigente pero justa dificultad. Evidentemente, hay varios niveles de dificultad para evitar agobios, pero igualmente el progreso conlleva enemigos más desafiantes. El aspecto diferenciador está ahora en que no solo los combos son más fáciles de encadenar al intercambiar libremente de arma sino que ante, por ejemplo, un jefe final puedes hacer frente a cada una de sus fases alternando los estilos de combate. De este modo, es posible esquivar, defenderte, disparar o desplegar espadazos con la máxima eficacia y habilidades propias de cada estilo con solo pulsar un botón.
Algún que otro descuido
Claro está que no todo es perfecto. Si bien el paso del tiempo no le ha sentado del todo mal, en especial en el aspecto clave de la jugabilidad, algunos elementos han quedado claramente desfasados. Más allá de los diseños y puzles, que ahora no brillan tanto e incluso desentonan en ocasiones, la perspectiva y cámara se convierten algunas veces en un enemigo más. La falta de auténtica libertad en la cámara es un aspecto que le sopesa en la actualidad, siendo no pocas las veces que intentarás girarla instintivamente sin obtener respuesta.
Todos esos desperfectos son comprensibles en un trabajo de este tipo, pues son inherentes al juego y la época. En contrapartida, sí que hay otros elementos que sí pueden achacarse al trabajo realizado con esta revisión de Devil May Cry 3 Special Edition. Mientras que la mejora gráfica pasa por un simple escalado gráfico, que luce correctamente con una resolución 1080p y una tasa de 60 imágenes por segundo, todo aquello que no depende del motor gráfico del juego se muestra de manera idéntica al original. Es por ello que las escenas prerrenderizadas y menús, estos siquiera adaptados al formato panorámico, contrastan negativamente, haciendo que el buen hacer en el resto del título desentone en cierta medida.
En relación con la fluidez de imagen, el modo portátil de Nintendo Switch ofrece una experiencia prácticamente idónea. Tanto conectada al dock como fuera de este, las partidas son igual de rápidas y se manejan con misma destreza.
Dante, en mejor forma que nunca
Después de otros lanzamiento similares en Nintendo Switch, Capcom ha querido ir un poco más allá ahora y ofrecer en esta consola la mejor versión de Devil May Cry 3 Special Edition. Su jugabilidad no solo se mantiene igual de divertida que en su estreno original, sino que los nuevos añadidos le otorgan unas mayores posibilidades y libertad. Tanto es así que el caer derrotado de manera consecutiva contra un mismo jefe acaba viéndose como una oportunidad de gestionar estrategias y aprender combos. Ahora bien, pese a las novedades se nota cierta dejadez con detalles como los menús y la actualización gráfica en general. Con todo ello, tanto aquellos jugadores que ya lo hayan disfrutado como los que no tienen delante un imprescindible del género.